James Rodríguez se convirtió en el protagonista absoluto de la goleada del Real Madrid al Betis el pasado sábado. Hizo dos auténticos golazos (un misil de falta, otro de chilena) y asistió a Bale para que abriese en el Bernabéu. Por encima del doblete del galés, fue el cafetero quien acaparó todos los flashes.
Lo del '10' fue una exhibición, pero también una reivindicación. Ya a finales del pasado curso se vio cómo era él quien sostenía al equipo. A pesar de eso, no pudo evitar el fracaso en Liga y Champions. Pero fue el futbolista que mejor llegó al verano. Su Copa América supuso una decepción, pero su influencia en el Real Madrid no ha cambiado.
El equipo blanco no pudo acogerse al 'efecto James' en El Molinón, pero con el colombiano en el once titular todo fue diferente. Se movió en la zona de tres cuartos, lanzó centros medidos a los atacantes y se prodigó mucho en ataque.
Fue el canalizador del juego del Real Madrid, con el número máximo de pases intentados (un total de 101) y este despliegue ofensivo no evitó un buen desempeño en defensa, ya que fue el máximo recuperador del equipo, con un total de seis balones robados. Solo Marcelo recuperó tantas pelotas.
Ante el Betis, James demostró de lo que es capaz y lo que deja intuir su potencial. Ataca, crea y acude a la cita del gol desde una segunda línea. Defiende, corre en pos del orden defensivo y también se consolida como una opción muy a tener en cuenta para el balón parado.
Tan solo una semana después de quedarse en el banquillo por ese 'castigo' de Rafa Benítez (que dijo que aún no estaba al ritmo suficiente), el colombiano se destapó como uno de los líderes más claros del Real Madrid en este momento. Con él desde el minuto uno, no se vislumbró a un equipo sin ideas, sino todo lo contrario. Argumentos suficientes para hacer de su ausencia una temeridad en estos momentos.
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El show de James