
Hace un año, el 18 de marzo de 2014, Jesé Rodríguez se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha ante el Schalke 04. Se frenaba de golpe una progresión que cada vez apuntaba a un papel ciertamente importante en el club, y (se especulaba) medio plazo en la Selección
365 días después, la situación del canario es totalmente diferente. Tras los 259 días de recuperación, sabía que iba a tener que remar mucho para volver a la versión de antes de la fatídica lesión. Por el momento, está muy lejos de conseguirlo. Lo dicen los datos y las sensaciones.
Solo el tercer portero Pacheco (con 90 minutos) ha jugado menos que él, como informa As. Incluso Lucas Silva ya suma más minutos a pesar de haber llegado recientemente. Antes de caer en el césped del Santiago Bernabéu, disputaba el 30% de los minutos y se consolidaba como alternativa clara para dar descanso a Benzema por delante de Álvaro Morata. Ahora, el porcentaje ha bajado a un 17%. La confianza de Ancelotti ha desaparecido.
Quizá se deba a lo visto en el césped. Jesé no transmite buenas sensaciones: no tiene la velocidad y la chispa de antes. Es un futbolista sin confianza. Vale de ejemplo la ocasión que marró contra el Schalke hace una semana: a puerta vacía, disparando fuera. Una fallo poco frecuente, difícil de cometer.
Jesé lo sabe. Es consciente de la espiral en que se encuentra: necesita minutos para poder mejorar y salir adelante, pero en el Real Madrid son muy caros y han de aprovecharse. Pero si algo requiere es paciencia, recurso muy poco conocido en un club del calado del Real Madrid.
Se ha especulado con su cesión el año que viene, una solución que podría ser buena para las dos partes. Con la 'BBC' presente y la casi permanente sombra de posibles fichajes de refuerzo para el ataque, su hueco seguirá muy limitado.