
Poco se hablaba de sostenibilidad en 2013, año en el que Elena Escrig obtuvo un sobresaliente cum laude con una tesis doctoral sobre la evaluación de la inversión sostenible en los mercados bursátiles. Hoy, Escrig es ayudante Doctor en el Departamento de Finanzas y Contabilidad de la Universitat Jaume I y miembro del grupo de investigación Sostenibilidad de las organizaciones y gestión de la responsabilidad social- mercados financieros. Se trata de uno de los 20 grupos europeos que participan en el Proyecto Europeo Horizonte 2020 Sustainable Market Actors for Responsible Trade, que está desarrollando un marco para evaluar la sostenibilidad
Los índices de sostenibilidad -como el Dow Jones Sustainability Index o los MSCI ESG Indexes- se construyen en base a los datos que ofrecen empresas de 'rating' sostenible. Estas agencias evalúan a las compañías analizando los datos que éstas les facilitan a través de cuestionarios. Pero ¿alguien verifica que esas respuestas son ciertas?
Es difícil saber cuáles son sus análisis de veracidad. Extraen información a través de cuestionarios que envían a las empresas, y posteriormente completan esos datos con información pública, como los informes anuales o de sostenibilidad; pero toda esa información nace de las propias empresas. Algunas agencias afirman que verifican la información a través de fuentes externas, como noticias o bases de datos que envían alertas cuando se producen comportamientos irregulares -en sostenibilidad-, u otras terceras fuentes que no detallan. Por tanto, no nos consta que sigan un proceso para asegurar esa información de forma estandarizada.
¿Su sensación es que la verificación no es la adecuada?
Mi sensación es que deberían realizarse más esfuerzos para integrar procesos que aseguren esa información. Esto evitaría que empresas no sostenibles estuviesen calificadas como tales. Se están haciendo esfuerzos en este sentido.
¿Qué tipo de esfuerzos?
Existen iniciativas como Rate the Raters o Global Initiative for Sustainability Ratings (GISR), que intentan evaluar las metodologías que emplean las agencias de rating.
En otras palabras, alguien debe evaluar a los que evalúan.
Así es, y además la GISR quiere promover la adopción de un único estándar para el rating de sostenibilidad corporativa.
¿Hay alguna relación entre estas dos iniciativas y la normativa que prepara la Unión Europea, que incluye un 'etiquetado' para los activos ISR?
No, son iniciativas al margen del trabajo de la Comisión.
"En el análisis de la ISR, los aspectos positivos a menudo enmascaran otros muy negativos"
Lo que hace atractivo a un índice son, supongo, sus miembros. ¿A las agencias de rating les puede interesar que compañías de prestigio saquen buena nota en sostenibilidad, para que sigan formando parte de los índices sostenibles y éstos resulten atractivos para los inversores? ¿Existe un conflicto de intereses?
Una cosa son las agencias de rating, que evalúan cuán sostenibles son las organizaciones, y otra los índices de sostenibilidad y los fondos de inversión, que reciben esa información y, en función de sus idearios, generan el índice o el fondo en cuestión. Pienso que las agencias necesitan que el proceso sea riguroso. No creo que quieran evitar que una empresa salga mal parada en la evaluación; pero algunas metodologías están diseñadas de forma que aspectos muy positivos pueden tapar otros muy negativos. Puede ocurrir que una compañía que obtenga una buena calificación global en sostenibilidad haya tenido unos resultados muy malos en términos ambientales y unos muy buenos en otra vertiente -social o de gobierno corporativo-. Quizá es una de las principales limitaciones de las metodologías de agregación: que oculta datos muy negativos. Puede distorsionar el resultado final, hasta el punto de que se pueden estar considerando sostenibles organizaciones que no lo son.
"El problema es que el inversor cuenta con una información limitada"
¿Hay empresas no sostenibles cotizando en índices sostenibles?
Como no tenemos información suficiente sobre el proceso que siguen las agencias para evaluar la sosteniblidad, y como cada una la define de una forma, no es fácil responder a eso. Lo que es sostenible para una agencia puede no serlo para otra. Hay casos como el de Volkswagen, que hasta que se destapó el escándalo de las emisiones cotizaba en el Dow Jones Sustainability Index; aunque es cierto que en este caso concreto se produjo una ocultación de datos por parte de la compañía.
¿Por qué es tan grande esa falta de transparencia?
Porque estas agencias, que han emergido muy rápidamente, se están convirtiendo en un negocio en cuya base están sus metodologías de análisis, de ahí que no quieran compartirlas. Por eso ir a la cocina de la evaluación de la sostenibilidad es tan complicado. El problema es que el inversor cuenta con una información limitada a la hora de tomar decisiones.
¿En qué otros aspectos está 'cojo' el análisis?
Las agencias siguen una perspectiva muy a corto plazo y muy centrada en la dimensión ambiental. Olvidan el largo plazo. Esta evaluación poco robusta condiciona mucho la exclusión o inclusión en un índice o un fondo.
Algunas gestoras europeas especializadas en ISR ya están optando por realizar su propio análisis. ¿Confía más en ellas que en las agencias de 'rating'?
Es cierto que cada vez más gestoras están diseñando sus propias metodologías. Utilizan los datos de las agencias, pero con ellos generan sus propios modelos de valoración en lugar de utilizar los de las agencias. También hay entidades, como Nordea, que tienen un modelo de calificación ASG propio, que implica que sus equipos visitan a las compañías y dialogan con ellas para extraer información, algo que sirve también como un proceso de engagement. No me generan ni más ni menos confianza. Lo que me llama la atención es que si tienen unos proveedores de datos y deciden crear su propio modelo de calificación es porque están encontrando limitaciones en ellos y consideran que son mejorables.