Fondos

La crisis provoca que los fondos soberanos se batan en retirada

Occidente ya no es un oasis para los dos billones de capital público de Oriente Medio, China o Rusia. "Ya no tenemos el impulso de invertir en compañías financieras internacionales, porque no sabemos en qué problemas nos estamos metiendo", sostuvo hace unas semanas Lou Jiwei, director ejecutivo de China Investment Corporation (CIC), uno de los primeros fondos soberanos en acceder al sector financiero de EEUU al comprar parte del fondo de inversión Blackstone, en junio del año 2007.

En esas palabras se resume el sentir de los fondos soberanos respecto a futuras inversiones en empresas occidentales. Así de contundente: por ahora, no las quieren ni ver.

Y es que no hace falta retroceder demasiado en el tiempo para encontrar un ejemplo de este repliegue, pues esta misma semana Kuwait comunicó que finalmente no tomará parte en el proyecto, diseñado junto a la compañía química Dow Chemical, para crear una joint venture de 17.400 millones de dólares (unos 12.220 millones de euros). La operación, una de las más grandes de estas características, incluía la compra por parte de la estatal Petrochemicals Industries Company (PIC) de un 50 por ciento de la sociedad K-Dow Petrochemicals por 7.500 millones de dólares (5.270 millones de euros).

La decisión de cancelar el acuerdo, que contaba con la oposición de buena parte del parlamento kuwaití, supone un serio revés para los planes de la entidad estadounidense de reducir su deuda a través de la compensación que hubiera percibido. Dow Chemical se ha mostrado visiblemente contrariada por la decisión de su socio kuwaití.

Además, cual castillo de naipes que se derrumba, la cancelación ha tenido un efecto colateral directo en otra compañía. El fabricante de pinturas industriales Rohm & Haas, que se había convertido en el objetivo de una oferta de compra de 15.400 millones de dólares (en torno a 10.795 millones de euros) por parte de Dow Chemical, ha sufrido un duro golpe en su cotización.

También se pueden encontrar casos más cercanos a España en lo que a espantada de fondos se refiere. Hace poco más de dos meses, IPIC decidió abandonar las negociaciones con Banco Santander y Fenosa para hacerse con el paquete que ambas sostienen en Cepsa, cercano al 40 por ciento. El motivo: el chaparrón que está cayendo.

Menores rentabilidades

Más allá de los casos puntuales, incluso las operaciones que se han saldado con un resultado positivo ofrecen una rentabilidad menor a la, hasta ahora, habitual y, como consecuencia, los fondos soberanos han optado de manera decidida por cambiar sus prioridades.

Así que el debate ha concluido casi antes de empezar. Los fondos soberanos ya no representan una amenaza para las empresas occidentales. Si en algún momento lo fueron realmente, ahora carece de importancia, dado que se marchan por su propio pie. Ninguna ley proteccionista los repudia o trata de impedirles invertir, simplemente ya no les interesa tener presencia en los accionariados de las compañías europeas y estadounidenses. Es la crisis la que, finalmente, ha conseguido espantarlos y echarlos.

Hoy el panorama es muy distinto y el dicho ten cuidado con lo que deseas, porque se puede cumplir ha cobrado plena vigencia. Ahora Wall Street, la City y el resto de centros financieros occidentales no sólo no se alegran por la marcha de estos vehículos de inversión respaldados por los gobiernos de Oriente Medio, China o Rusia, entre otros países, sino que, muy al contrario, están preocupados. Y lo están porque la principal fortaleza de los fondos soberanos, su enorme capacidad financiera, es lo que precisamente escasea ahora. Según datos de Citi, éstos manejan más de dos billones de euros de fuerza inversora, aunque otras fuentes sitúan esta potencia en 1,5 billones. Las grandes corporaciones del Primer Mundo temen hoy la huida de la liquidez de estos grupos de inversión por el apoyo que, en las actuales circunstancias, pueden proporcionarles. Aunque el asunto no está, probablemente nunca lo estuvo, ya en sus manos.

El riesgo es demasiado elevado

La motivación para este cambio de estrategia es clara: el riesgo de inversión en entidades occidentales, especialmente en el sector bancario, se ha multiplicado.

De hecho, la operación de CIC en Blackstone antes mencionada ilustra perfectamente la otra razón que ha llevado a los fondos soberanos a frenar sus inversiones en Occidente: las pérdidas que han sufrido en las participaciones accio- nariales que mantienen. Para el CIC, que posee una cartera de activos de unos 200.000 millones de dólares, esta jugada fue muy poco rentable. Sólo doce meses después de cerrar la transacción, el precio de la acción de Blackstone cayó un 85 por ciento. Como es obvio, el daño para el grupo inversor chino fue multimillonario.

En conjunto, CIC es probablemente el fondo que más está perdiendo con esta crisis: ya se ha dejado más de 5.000 millones de dólares... y lo que queda. Pero no es el único que lo está pasando mal. Así, el fondo de Abu Dhabi, el más grande del mundo con unos 850.000 millones de dólares en activos, ha visto como se evaporaban más de 6.000 millones de dólares en la inversión que realizó en Citi.

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