
La espectacular recuperación de las bolsas hasta máximos históricos tras la bajada de tipos de la Fed está ensombreciendo la otra gran historia de los mercados en estos momentos: la ruptura alcista del oro. En efecto, el metal logró el viernes el cierre mensual más alto de su historia -743,1 dólares- y se acerca a los máximos históricos diarios marcados en 1980.
Lo mejor de todo es que hay razones para confiar en su ruptura y en una continuidad alcista que puede tener todavía bastante recorrido. Las razones son tanto técnicas como fundamentales; y ya se sabe que, en las raras ocasiones en que ambos tipos de análisis coinciden, es complicado que el mercado vaya en dirección contraria.
Técnicamente, la tendencia alcista dibujada por el gráfico del oro desde 2001 es impecable y se está acelerando. La sucesión de mínimos y máximos crecientes es clara -el lunes marcó un nuevo máximo en 747 dólares- y no hay ningún elemento que sugiera un techo, al menos a corto plazo. Desde el punto de vista puro de mercado, si prácticamente todas las materias primas del mundo están superando sus máximos históricos en estos momentos, ¿por qué no el oro? De hecho, los seguidores del metal consideran que lo extraño sería que éste no batiera máximos como las demás materias primas.
Una forma de acceder al oro en España es a través de fondos de inversión. En este mercado se comercializan seis productos especializados, que logran una rentabilidad media de casi el 10 por ciento este año y del 26,36 por ciento en doce meses, según los datos de Morningstar. Otra forma de acceder es a través de productos de materias primas, que todavía son más rentables: repuntan el 22 por ciento en 2007 y el 37,5 por ciento en doce meses.
¿Alcanzar los 1.000 dólares?
James Turk, editor de Freemarket Gold & Money Report (un newsletter con más de 20 años de historia), considera que "una explosión alcista del oro parece más probable una vez que alcance los 1.000 dólares.
Píenselo un momento. El dólar cotiza en mínimos históricos, y no hay un suelo a la vista. Las materias primas agrícolas están disparadas y el petróleo parece cómodamente instalado por encima de 80 dólares. El oro sube contra las divisas por las dudas sobre el endeudamiento de los países. Gran Bretaña acaba de vivir la mayor huida de dinero de un banco desde los años 30... Deberíamos prepararnos para la posibilidad de que el oro supere los 1.000 dólares y que siga subiendo después.
¿Hasta dónde? Turk recuerda que el oro ha duplicado su precio en rupturas alcistas como la que espera, así que llegar a 1.500 dólares no es nada descartable, a su juicio.
Otros elementos alcistas son los indicadores de sentimiento. A pesar de que varios indicadores muestran una fuerte mayoría de alcistas en este mercado, lo cierto es que no se está viendo nada parecido a la euforia. De hecho, newsletters especializados como Le Metropole Café de Bill Murphy se quejan de la falta de entusiasmo ante el "histórico movimiento alcista que se avecina". Una falta de entusiasmo llamativa con el oro en máximos de 28 años. Según la teoría contraria, cuando los máximos de un activo no generan un optimismo generalizado es que todavía no ha alcanzado un techo.
Los alcistas también utilizan como argumento para su optimismo el mal comportamiento de las acciones de las compañías mineras en bolsa, que en teoría deberían reflejar la escalada del precio del oro. Es más, los fondos de inversión especializados en este sector, lejos de atraer a hordas de inversores en busca de altas rentabilidades, siguen sufriendo reembolsos.
Ahora bien, el camino tampoco está libre de obstáculos. El principal en el caso del oro es la posibilidad de que los bancos centrales intensifiquen las ventas de sus reservas aprovechando el alto precio alcanzado. Los observadores del mercado se temen que el fuerte aumento de las posiciones abiertas en futuros indique la presencia de un importante vendedor en el mercado. También puede ser una operación puntual. El principal vendedor de oro del mundo este año, el Banco de España, no planea más ventas significativas. Un anuncio interpretado por el Financial Times como un claro elemento alcista para el metal.