La decisión del presidente del Gobierno español de convocar antes de lo esperado unas elecciones regionales en Cataluña podría suponer, más allá de la anunciada intención "devolver la legalidad" a la comunidad autónoma, un intento de resquebrajar la frágil unidad de los partidos políticos independentistas.
Tras recibir el viernes la luz verde del Senado a un amplio paquete de medidas de intervención en Cataluña con el fin de frenar los planes independentistas en la región, Mariano Rajoy anunció el viernes la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre, tras el periodo de 54 días que establece la normativa electoral española.
La llamada a las urnas era una de las medidas contempladas por el Gobierno dentro de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pero PSOE y Ciudadanos, los dos partidos de la oposición con los que el gobernante PP pactó la intervención en Cataluña, habían apuntado a unos comicios en enero.