Millones de peregrinos chiitas participaron en Irak en las ceremonias del Arbaín, una importante conmemoración de su calendario religioso, pese a los temores de atentados en un país parcialmente controlado por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
Los peregrinos, algunos procedentes del vecino Irán, vinieron a conmemorar el Arbaín, que marca el final de los 40 días de duelo por la muerte en el año 680 del imán Husein, nieto del profeta Mahoma y una de las figuras más veneradas por los chiitas.
Un ataque con mortero, que dejó un muerto el viernes cerca de Kerbala, recuerda el enorme desafío en materia de seguridad, que representa esta festividad. Pero las importantes medidas de seguridad parecen haber dado sus frutos, al no registrarse ningún atentado durante la peregrinación.
Las autoridades iraquíes avanzaron la cifra, a su juicio récord, de 17,5 millones de personas en la ciudad santa de Kerbala, situada a 110 kilómetros al sur de Bagdad, entre ellas cuatro millones de extranjeros.
Al atardecer, decenas de miles de fieles se pusieron de rodillas en perfectas líneas rectas para rezar ante el mausoleo del imán Husein. Las celebraciones terminaron, pero la marcha de los peregrinos deberá tomar su tiempo, vista la multitud de fieles.
Durante el día, una multitud vestida de negro invadió las calles de la ciudad santa rumbo al mausoleo. Los fieles llevaban banderas negras, rojas o verdes con imágenes del imán o eslóganes religiosos, se golpeaban el pecho y cantaban al unísono en un trance colectivo.
La peregrinación de este año adquirió una dimensión más política, máxime cuando numerosos territorios en Irak cayeron en manos de los yihadistas sunitas del EI, que consideran a los chiitas como herejes. Aunque el chiismo es una corriente minoritaria entre los musulmanes, en Irak e Irán es mayoritaria.