El G8 abordará en su cumbre del miércoles al viernes en L'Aquila, la ciudad devastada por un sísmo en el centro de Italia, una serie de abrumadores desafíos que van de la crisis económica y la reforma del sistema financiero al programa nuclear iraní y el cambio climático.
"La capital del dolor se convertirá en capital del mundo", proclamó el jefe de Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, quien tomó a todo el mundo por sorpresa al decidir que la cumbre no se haría en Cerdeña, como estaba previsto, sino en L'Aquila, arrasada el 6 de abril por un terremoto que dejó casi 300 muertos. La tierra siguió temblando en L'Aquila -una sacudida volvió a sentirse el viernes- aunque sin provocar nuevas víctimas.
El G8, formado por los siete países más industrializados del mundo (Alemania, Francia, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y Japón), así como por Rusia, deberá justificar además su razón de ser, ante el empuje del G20 (que asocia a las potencias emergentes) en la definición de las orientaciones económicas del mundo.