
Los españoles se enfrentarán a unas cuantas subidas de impuestos con el Gobierno de Pedro Sánchez. Esto se podía intuir en la campaña electoral de las generales, aunque Sánchez y sus portavoces lo negasen. Sin embargo, lo que no estaba claro era la cuantía de las subidas. Dicha cuantía es lo que informó a Europa el Gobierno 48 horas después de cerrar las urnas, con nocturnidad, es decir a las diez de la noche, y alevosía, sabiendo muy bien por qué se hacía. Todo esto lo podían y lo debían haber sabido los españoles antes de elegir su Gobierno, porque no existe ninguna obligación de apurar al límite el plazo para enviar a las autoridades europeas el plan de Estabilidad.
El planteamiento de Sánchez es que España tenga al final de la legislatura la presión fiscal más elevada de la historia, algo superior a la de 2007. Esto no solo quiere decir que recaudaremos más impuestos que nunca, algo que ya hacemos, sino que, además, esta recaudación será el porcentaje más elevado del producto interior bruto, es decir, de todo lo que produce la economía española.
¿Se puede volver a la recaudación fiscal de la burbuja inmobiliaria sin crear una burbuja inmobiliaria? Se puede, pero para eso hay que subir mucho más los impuestos de lo que Sánchez está dispuesto a admitir, incluso cuando las urnas ya se han cerrado. Empecemos por las cifras: incrementar la presión fiscal desde el 35,1% del PIB hasta el 37,3% supone nada menos que 26.400 millones de euros con el PIB actual. Sin embargo, si el crecimiento económico que prevé el plan de estabilidad se produce, entonces, la recaudación por impuestos se incrementaría en 30.500 millones de euros adicionales. Ahora bien, las únicas subidas de impuestos cuantificadas ascienden a 5.654 millones de euros. Esta es la cuantificación que hace el propio Gobierno de Sánchez de las subidas de impuestos incluidas en los rechazados presupuestos de 2019: diésel, multinacionales tecnológicas, IRPF, impuesto de sociedades, tasa Tobin... Es bastante probable que estas subidas de impuestos recauden bastante menos, pero hay muchos más problemas. El siguiente problema es que no se ha incluido ninguna previsión de cuánto caerá el crecimiento económico por subir los impuestos. Pero supongamos que tampoco cayese. Todavía hay una última cuestión de puro sentido común: ¿usted cree que se pueden recaudar dentro de tres años 30.500 millones de euros más solo subiendo tributos en 5.654 millones?
Lo más sorprendente del plan de estabilidad es que el cuadro macroeconómico no es en absoluto coherente con las previsiones fiscales
Por supuesto, la respuesta es no, incluso aunque volviésemos a una burbuja, lo que no es nada recomendable. Aquí faltan subidas de impuestos si se quiere alcanzar el objetivo recaudatorio. Y, por cierto, faltan muchos miles de millones de euros. Para recaudarlo a corto plazo solo existen dos vías: subir el IRPF a la clase media y/o incrementar el IVA. Las subidas de impuestos anunciadas por Sánchez son simplemente la punta visible del iceberg, lo que sigue oculto es mucho más cuantioso.
Lo más sorprendente del plan de estabilidad es que, al menos en mi opinión, el cuadro macroeconómico no es en absoluto coherente con las previsiones fiscales. Para Nadia Calviño, al hacer las previsiones macroeconómicas, vamos a seguir creciendo, pero ahorrando más y moderando el consumo: esto permitiría que no empezásemos, como economía, a tomar prestado del resto del mundo, manteniendo el superávit por cuenta corriente. Sin embargo, para el ministerio de María Jesús Montero, esta moderación del consumo se traduce en mayor recaudación por impuestos indirectos. En fin, solo es posible cuadrar esto subiendo los impuestos indirectos.
Por supuesto, hay más cosas que no cuadran en este plan de estabilidad: por ejemplo, pretender reducir al 0,5% del PIB el déficit de la Administración General del Estado en 2019. De momento, el déficit de los tres primeros meses de este año ha ascendido al 0,54%, con lo que tendríamos que pasar al superávit en lo que queda de este año. Eso para el Gobierno en funciones de Sánchez sería algo más que una proeza, teniendo en cuenta que ha dejado las subidas de impuestos para 2020 y está buscando el apoyo de Podemos, que simplemente no quiere reducir el déficit, pero sí incrementar y mucho el gasto público. Por supuesto, el otro apoyo imprescindible de Sánchez, los independentistas, también quieren incrementar el gasto, especialmente en algunos territorios.
Lo peor de todo es que las subidas de impuestos nunca son suficientes para financiar el gasto sin control.
Ahora bien, para el Gobierno en funciones de Sánchez, subir discrecionalmente los impuestos, no reduce el crecimiento. Es una lástima que la evidencia indique todo lo contrario.
Por supuesto, tampoco se cree que haya ningún efecto negativo en la creación de empleo porque se suban las cotizaciones sociales, que se comportan como un impuesto sobre el trabajo. Pero está claro que la evidencia y el sentido común también indican que hacer el empleo más caro hace que se cree menos.
Lo peor de todo es que las subidas de impuestos nunca son suficientes para financiar el gasto sin control. Esto vale para la política fiscal de Sánchez, incluso aunque Podemos no exigiese ni ministerios ni un cierto grado de cumplimiento de sus propuestas fiscales para apoyar su Gobierno. Todas estas subidas de impuestos, las admitidas, las ocultadas antes de las elecciones, y las que aún están sin mostrar, no serán suficientes para financiar las ansias de gasto del PSOE, y mucho menos las de sus imprescindibles aliados populistas y nacionalistas.
Con este panorama, los ciudadanos españoles se enfrentarán a las urnas autonómicas y municipales en quince días. Aquí los españoles se vuelven a enfrentar a un dilema: repetir el esquema de subidas de impuestos y gasto sin control, o bien, aplicar en las comunidades y los ayuntamientos una política fiscal de impuestos moderados y eliminación de gasto superfluo y duplicidades, que es lo que proponemos desde Ciudadanos. Nuevamente, ustedes tienen la palabra.