Firmas

Los fichajes

La actividad preelectoral de la mayoría de fuerzas políticas, especialmente las de derechas, se ha convertido en una especie de Pasarela Cibeles en la que las modelos han sido sustituidas por flamantes candidatos y candidatas incorporados a última hora y casi siempre fuera de los activos humanos de la organización. Dichas incorporaciones suelen aportar como único acervo político la nombradía de los fichados y la sorpresa pasajera del impacto mediático. Pura imagen mercadotécnica. ¿Una práctica frívola, aislada y fuera de lugar? Aparentemente sí, pero solo aparentemente.

En las demediadas democracias que vivimos, tanto los Parlamentos como los Gobiernos emanados de ellos, existen desde el inicio de su función unas líneas rojas que les vienen impuestas por instancias extrapolíticas a las que, en su momento, los poderes políticos cedieron soberanía y enajenaron su capacidad de decisión en economía, fiscalidad, defensa, etc. etc. etc. Todo se subordina a unos planteamientos que nunca son explicados con claridad pero sí son sustituidos por slogans, tópicos generalizados y un discurso político de encefalograma plano. En consecuencia, la política ha degenerado en un ritual de gestos, imágenes, frases -¿ingeniosas?- y espectáculo en el que el pan ha desaparecido y solamente queda el circo.

Fue en 1975 cuando la Comisión Trilateral (creada a instancias del Club de Beigbeder en 1973) dictaminó que "en democracia es conveniente un alto nivel de abstención electoral, porque de no ser así los políticos se sentirán obligados a hacer políticas económicamente insensatas." David Rockefeller (1915-2017), fundador y presidente de las dos organizaciones anteriormente citadas, dijo en el seno de ambas que "de lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales."

Lo política ha degenerado en un ritual de eslóganes que buscan suplir la falta de programa

En ello estamos desde hace décadas. La derecha lo acepta sin aspavientos y la sedicente izquierda a lo más que se atreve es a una tibia lectura de Keynes. Por eso, cuando en España el Gobierno y Unidos Podemos plantean una subida del SMI o el IPC como índice para el cálculo de pensiones de jubilación, Casado, Rivera y compañía se rasgan las vestiduras aparatosamente y los padres intelectuales de ambas medidas las elevan al nivel de los cantares de gesta.

¿Con qué suplir la falta de programa y compromiso con los problemas económicos, sociales, políticos y de corrupción económica e institucional? Con espectáculo para hooligans y sectores de la población más influenciables por las técnicas de la prensa rosa, usadas sin rebozo alguno por los medios de comunicación en manos de la banca o de financieros importantes.

El fichaje político a última hora y en los prolegómenos de las campañas electorales, las primarias con pompa y ruido mediático o las candidaturas concebidas para el estrellato de unas semanas, conformarán unos Parlamentos de diputados y diputadas culiparlantes a las órdenes de unos cuantos jefes de fila. El ocaso de las y los que fueron "estrellas" durante la campaña y el fin del espectáculo hasta la siguiente. Rockefeller dixit.

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