Firmas

Gibraltar como freno económico continuo

Una de las características sistemáticas de Gibraltar es haberse convertido, a partir del Trato de Utrecht, o sea, desde 1713 -lo que coincide con el inicio de la Revolución Industrial y su replanteamiento radicalmente diferente de la economía de mercado- en un obstáculo colosal para nuestro desarrollo económico.

En primer lugar, por su participación en el freno al avance en el tráfico que, sobre todo desde Cádiz, se dirigía a los virreinatos españoles que existían en América, concretamente al tráfico con consecuencias económicas que se hacía desde lo que hoy es buena parte del sur y del este de Estados Unidos hasta el Cabo de Hornos, así como el tráfico en el Mediterráneo complementario. Basta mencionar batallas navales como la del Cabo San Vicente y lo que, antes que ninguno, señaló el periódico Gibraltar Chronicle, sobre lo sucedido en Trafalgar, no precisamente favorable para la alianza de España y Francia.

La etapa siguiente de la economía española, al perder las posibilidades de vincularse a un gran mercado económico euroamericano a partir de lo sucedido en 1808, movió a España a intentar el desarrollo de su economía gracias al proteccionismo, con la creación de un mercado interior aislado del internacional. A partir de entonces, como el modelo económico británico era el librecambista, que buscaba ampliar el mercado todo lo posible, se concentró en Gibraltar un foco notable en el siglo XIX para introducirse, a pesar de la legislación española, en nuestro mercado interior. Gibraltar se transformó en un foco contrabandista notable a lo largo del siglo XIX. Piénsese que la denuncia de los males de Gibraltar eran señalados con intensidad en Cataluña, porque afectaban a su producción textil. En el semanario de Barcelona La Hormiga de Oro, muy católico, basándose en una obra de Leo Taxil, llegó a señalarse que en las cavernas del Peñón se celebraban "Misas Negras" entre librecambistas ingleses y españoles, con presencias demoniacas, para conseguir, con la protección naval inglesa, hundir a las católicas empresas textiles catalanas. Y aparte de eso, este contrabando creó la base financiera que desarrolló el bandidismo de esa zona andaluza y que llegó a hacerse célebre en Sierra Morena. Bandidismo que, de paso, frenó el desarrollo rural de todo ese contorno andaluz que llega desde el Mediterráneo hasta Sierra Morena. Uno de los motivos de la creación de la Guardia Civil se halla, precisamente, en la necesidad de frenar esa consecuencia negativa doble: contrabando y freno a la agricultura y conexiones derivadas en el enlace de Andalucía con Castilla.

Pero toda esa realidad se había frenado a través de medidas variadas últimamente. Tengamos en cuenta que se produjo un incremento de importaciones y exportaciones notable en España tras la liquidación de la Guerra Fría, y gracias a nuestra incorporación desde entonces a la economía mundial, abandonando el viejo modelo proteccionista a partir del periodo de 1953, del que se derivó el Plan de Estabilización de 1959 debido a la política aperturista de Ullastres. La culminación se encontró en el proceso de incorporación a Europa iniciado a partir del Acuerdo Preferencial de 1970. Pero inmediatamente surgió otro problema derivado de Gibraltar.

Tras el final de la Guerra Fría y de la muerte de Mao, la independencia de una serie de países asiáticos, mas el final de las guerras de Corea y Vietnam, creó un desarrollo económico creciente en el área del Pacífico y del Índico que pasó a buscar enlace con realidades existentes en Japón, Australia y Nueva Zelanda. Todo ello provocó que el tráfico marítimo de esa zona del Pacífico y el Índico, de creciente desarrollo, forzosamente incrementase el tráfico, por un lado hacia América, y esencialmente hacia la más rica región del Pacífico americano, que es la que encabeza California en Estados Unidos, y así creó la base de un colosal cambio en favor del este, cuando históricamente el avance mayor había estado en el oeste americano, tanto en Estados Unidos como en Iberoamérica. Debo señalar que sobre esa transformación escribió de un modo certero en sus primeros pasos, pronosticando lo que ahora sucede, el profesor Sampedro.

Pero ese tráfico de una zona rica en avance continuo hacia una zona rica tradicional, también se pasó a dirigir hacia Europa. Recuerdo cuando el economista y político italiano Romano Prodi, en Madrid, en abril de 1997, señalaba cómo este tráfico comercial marítimo, que buscaba continuamente enlaces con zonas mundiales ricas, afectaba a Europa y desde luego, lo hacía a través del tráfico por el Índico, Mar Rojo y Mediterráneo.

Parte de él favorecería así al mundo europeo meridional, pero otras, a través del estrecho de Gibraltar, iría rumbo al opulento mundo de la Europa atlántica. El paso de ese tráfico ¿no iba a afectar positivamente de modo extraordinario a la bahía de Algeciras, por sus condiciones de amplitud, de profundidad del agua hasta la cercanía de la costa? ¿Y no fomentaría la inversión en muelles y la posibilidad de que ello generase inversiones colosales para aprovechar la garantía y economía de ese tráfico y sus enlaces con empresas asiáticas y europeas? El desarrollo de un considerable y creciente distrito industrial en todo el llamado Campo de Gibraltar parecía pasar a ser evidente. Sin embargo, nada de eso se ha generado.

La explicación es evidente. A partir del desafío comunista en Grecia, que incluso dio la impresión de que iba a triunfar, ligado a la política de la Unión Soviética de expansión hacia el Mediterráneo, generó una reacción de Estados Unidos, ligada a Gran Bretaña, de desarrollo de un aparato militar muy fuerte de la OTAN en esa región. Por supuesto que todo esto ya se ha esfumado, pero de su primera etapa quedan aportaciones muy importantes sobre sus consecuencias en nuestro Ceseden. En el proceso histórico siguiente, el Reino Unido se vio eliminado de Suez, pero ha intentado mantener su posición en el Mediterráneo. Y uno de sus puntos de apoyo en esa línea que concluye en las bases de Chipre es Gibraltar. España, que ahora pertenece a la OTAN dispone de bases más que suficientes para sustituir a Gibraltar, pero evidentemente eso rebajaría la importancia como potencia del Reino Unido.

Como éste es potencia nuclear, y España no, la exhibe más de una vez en las aguas de la bahía de Algeciras, por cierto ignorando que esas aguas vinculadas con su presencia en la Roca y Puerto de Gibraltar son reducidísimas en cuanto dominio británico, porque son españolas; pero sin embargo la presencia naval militar, con otros complementos en la Roca, son ignoradas por el Reino Unido y automáticamente es frenada la posibilidad de invertir seriamente, a través de esas grandes empresas típicas de un distrito industrial, en el Campo de Gibraltar. El riesgo que pasarían a tener esas inversiones en caso de un conflicto es tan elevado que, como ocurre siempre, en las proximidades de las bases navales militares no se contempla en el mundo ningún distrito industrial significativo. Y cabalmente eso es otro golpe que proporciona la situación británica en Gibraltar a nuestra economía. Por las ventajas de los fletes, cualquier empresario japonés, coreano, chino, hindú, norteamericano o alemán, crearía inversiones directas en el Campo de Gibraltar, y toda esa región, desde Algeciras hacia Cádiz y desde La Línea de la Concepción y San Roque hacía Málaga, al formar parte de una España en la Unión Europea, se transformaría, evidentemente, en una localización económica extraordinariamente positiva. Pero la presencia militar británica lo impide.

Que la base para eso existe, se contempla continuamente. Véase por ejemplo en El Economista de 24 de noviembre de 2018 lo que señala en las págs. 56-57 Javier Santacruz en el trabajo titulado "Xi Jinping visita España con miras a impulsar la inversión en nuestro país. Capitales que regresaban vía Portugal se pueden conducir hacia la economía española. Pekín se propone conocer nuestros productos [exportables] para potenciar el comercio electrónico". Sin el pabellón británico en Gibraltar mucha de esta localización podría estar relacionada con una China en fuerte expansión y situada precisamente en torno a la bahía de Algeciras, pero el despliegue militar británico en el Peñón lo impide.

Pero además, adicionalmente, la política británica sobre Gibraltar ha creado otra complicación desfavorable para España. Cuando la política de Castiella puso orden en el tráfico mercantil con la aparición de la llamada "verja", y creó un problema muy serio relacionado con la caída, ya muy amplia, del contrabando, provocó una replica importante. Tras una visita del gran economista Hayek, como asesor, a Gibraltar, se creó en esa ciudad un "paraíso fiscal" como señala José Ramón Remacha en su documentada obra Gibraltar y sus límites (Trea, 2015), Gibraltar, "desde su simple condición de puerto franco, perfecto como base para el contrabando, pero que, a partir del desarrollo de la unión aduanera en el seno de la Unión Europea, tenía cada vez menor peso. Pero lo que significaba el corte de buena parte del tráfico y de la llegada de mano de obra, lo abarcaba todo mucho incluyendo el servicio doméstico". Pero da inmediatamente la impresión de que el consejo de Hayek y otros muchos expertos fue el que originó la creación en el conjunto urbano de Gibraltar de un paraíso fiscal. Precisamente José Ramón Remacha, en la obra citada, págs. 135-136, nos dice que, en ese sentido, al ser Gibraltar territorio exento, generó un desarrollo financiero off -shore, es decir, una región con actividad financiera extraordinaria.

"De tal modo empezó a drenar dinero de todas partes, que era evidente que también eso ocurriría respecto a España. En 1990 ya había 26.000 sociedades y 20 bancos", entre ellos están, señala Remacha, los grandes españoles, y "los depósitos bancarios se habían triplicado alcanzando el equivalente a 2.225.000 millones de euros, con inversiones de las más variadas partes del mundo". Véanse también las cifras del libro Gibraltar: la razón y la fuerza (Alianza 2001). Aunque se suele hablar poco de esta cuestión, recientemente José Ramón Remacha acaba de volver a señalarlo en su magnitud, en un artículo reciente en Diario de Navarra. Todo eso, ¡qué perturbación financiera fortísima puede crear y, desde luego, bastantes ya ha creado! Y eso, porque lo que sucede en los mercados financieros que viven al margen de las disciplinas comunitarias y están situados en las proximidades fronterizas de la Unión Europea es especialmente perturbador. Recuérdese que cuando se han señalado los lugares donde habían tenido depósitos, algunos miembros, ahora encarcelados en España por delitos de corrupción, el nombre de los fondos en Gibraltar apareció.

Por eso esta dura carga que, desde el siglo XVIII representa Gibraltar para España, obliga a endurecer nuestra política respecto a la Roca. Y eso que no se ha referido otro daño derivado del confuso planteamiento de los límites de las aguas británicas y las españolas. Ahí se encuentra, precisamente la base de la actual realidad que sustituye al viejo contrabando y que hoy está vinculada a las drogas que llegan por esas vías marítimas al Campo de Gibraltar, y que por sus características originan daños sin cuento a la población española.

La suma de todo lo dicho bien merece situarse con la cita de un mensaje que Adam Smith escribió en el libro II, Capítulo III de La riqueza de las naciones, al considerar que es necesario aplicar medidas serias si es que de verdad se quiere que de una pobreza se pase a una realidad que evidencie de qué modo se logra que hoy sea alta la riqueza real y los ingresos del país, siempre con medidas muy serias. Una reflexión, pues, obligada en estos momentos, en torno a Gibraltar y que deberían haber tenido muy en cuenta, por ejemplo, Sánchez y Borrell.

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