
La llegada de la sociedad suiza Nestlé a la provincia de Santander, hoy Cantabria, al inicio del siglo XX cambió allí muchas cosas. Entre otras menos relevantes, trajo consigo la revolución ganadera, es decir, el cambio radical de la raza vacuna que pasó de ser autóctona, es decir, local y con productividad muy baja (pocos litros de leche al día), a mucho más alta con las vacas que allí se siguen llamando holandesas, aunque su raza se denomina charolesa. Vacas pintas blanquinegras de una gran producción lechera.
Nestlé instaló su fábrica en la provincia de Santander -muy cerca de donde yo nací y cerca también de otro pueblo, Castañeda, donde había de nacer quien es hoy cardenal de Madrid, Carlos Osoro-, concretamente en Santa María de Cayón. También Nestlé impulsó que el valle del Pas se acercara al Ferrocarril Santander-Meseta mediante una nueva carretera que unió el Valle del Pas con Guarnizo. Aún recuerdo el agradable olor a café que provenía de aquella fábrica y que nosotros aspirábamos en nuestros largos paseos en bicicleta durante mi primera juventud. Mi abuelo, que era ganadero, dejó de vender la leche de sus vacas a Nestlé para hacerlo a la nueva cooperativa, la SAM (Sindicatos Agrarios Montañeses), creada precisamente para romper el monopolio de demanda que representaba Nestlé.
El lejano y juvenil recuerdo de la Nestlé, donde trabajaron varios parientes míos, me ha llegado al leer las declaraciones de Mark Schneider, el nuevo consejero delegado de la multinacional: "España es uno de nuestros mercados históricos, donde llevamos más de 110 años. Tenemos diez fábricas y, además de las marcas globales, tenemos algunas marcas icónicas locales. Se nos ve como parte del paisaje de la alimentación local, que es justo donde queremos estar". Schneider es, cómo no, un gran defensor del café, tan denostado a veces: "Idealmente, lo que hay que beber es agua. Pero el café tiene muchos antioxidantes y cero calorías. Y la cafeína no es preocupante para la salud salvo en dosis muy altas. Y además, está en auge en todo el mundo, incluso en Reino Unido o China, donde tradicionalmente se bebe té". Este señor, que, según se dice, es un gran empresario, se ha quitado de encima anteriores dispersiones productivas: "Nos hemos deshecho de algunas actividades que claramente no son nuestro fuerte. El negocio de seguros de vida, por ejemplo. No somos particularmente buenos en eso. También hemos anunciado la revisión del área de cuidado de la piel. Somos expertos en alimentación y así seguiremos. Así que concentrémonos en eso. Y dentro de la alimentación, entrar en negocios ganadores y salir de los perdedores. Por ejemplo, el negocio de confitería en EEUU, porque, a diferencia de Europa, nuestra cuota de mercado era muy baja, sin buenas marcas."
No es tan frecuente encontrar ejecutivos con las ideas tan claras y tan llanamente expresadas. Ojalá le vaya bien a él y a las diez fábricas que Nestlé tiene en España.