Firmas

Bancos, créditos y riesgo reputacional

  • El daño realizado es un lastre para el avance económico y la paz social
Foto: Archivo

Lo que ha ocurrido con la sentencia y posterior actuación del Tribunal Superior de Justicia, TSJ, ha llevado a este país a un embrollo enorme. Se cuestiona el hacer de la Justicia, pilar básico de un estado. La inseguridad creada nunca se debía haber producido, debía de haberse evitado. Cómo será la situación que hasta el mismísimo presidente del TSJ ha pedido perdón, algo excepcional y que da una idea del problema generado. Es preocupante que el propio TSJ cree esa inseguridad, pone en cuestión la propia credibilidad de los órganos que deben interpretar las leyes y juzgar en base a ello. Señalar además que se está olvidando que la cuestión va a saltar fuera de nuestras fronteras. El día 5 de noviembre es muy posible que la decisión final que tome el Tribunal Superior de Justicia no zanje nada, al final este tema tiene visos de que terminará inexorablemente en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, TJUE, como así ha sido en otras ocasiones.

La banca, desde hace ya tiempo, no goza en este país de buena prensa. Otros países alaban o al menos no reniegan de su sistema crediticio. Aquí últimamente parece que gusta darle palos y renegar del mismo, especialmente por parte de demagogos y populistas.

Venimos asistiendo a un espectáculo en el que se están vertiendo sobre la banca todos los males que se encuentran y aparecen, todo ello a través de mentiras y deformaciones torticeras de los hechos. Tenemos un ejemplo con aquello de que la banca ha sido rescatada. Esa afirmación no es cierta, es una falacia dicha en los últimos años, repetida y sostenida por algunos representante políticos y muchas veces amplificada por determinados medios de comunicación. En España la realidad es que se ha rescatado a impositores y tenedores de renta fija, pero no se ha salvado a los cuadros directivos, ni por supuesto a los tenedores de acciones, preferentes y renta fija de prelación baja. ¿No han perdido accionistas, preferentistas y tenedores de deuda subordinada su dinero? ¿No han ingresada o han sido condenados por tribunales de justicia responsables de entidades de crédito? La respuesta es sí en ambos casos, por tanto rescate a la banca no. Desde hace tiempo, insisto, al sector se le achacan las siete plagas bíblicas, cuando ellos no son culpables. Una vez más hay que recordar que un país sin sistema financiero, bancos sólidos y con reputación, no puede ir a ninguna parte. Algunos, yo no como muchos otros, añorarán países donde el sistema es público y donde la eficiencia, servicio y utilidad a la economía y a la sociedad es nulo. Díganme, pregúntense qué lugar ocupan esos países entre las economías avanzadas, piensen si les gustaría vivir allí con su familia.

Quizá, solo quizá, una parte del problema sea lo mal que se legisla en este país, en las contradicciones de los tribunales, así como en la labor ineficaz de inspección de los encargados de la misma en las diferentes haciendas públicas de este país. Empecemos por los encargados de la inspección de los tributos, los cuales parecen meros brazos recaudadores y no responsables de la inspección. Me pregunto cómo es posible que ante una duda más que razonable sobre quién tiene que pagar el tributo, los órganos de la inspección se preocupen únicamente de que se ingrese el tributo y no de quién es realmente el sujeto pasivo. ¿Los órganos de inspección no deben inspeccionarlo todo? ¿No deben estos mismos órganos aclarar cuestiones que son interpretables, dado que lo hacen con las consultas por escrito? Reclaman competencias sobre las Sicavs que no les corresponde, pero en algo tan básico como quién debe pagar un impuesto no se pronuncian ni alertan.

No debemos olvidar a los órganos legislativos, los que legislan. Según la RAE el significado de legislar es dar, hacer o establecer leyes. Bueno pues nuestros congresistas y senadores llevan a pensar que son ineficientes y no saben llevar a cabo la labor de establecer leyes, además de que su celeridad en el propósito es totalmente cuestionable. ¿Saben que en estos momentos estamos pendientes desde hace tiempo de una nueva ley hipotecaria? Una ley que va con retraso y donde se ha pedido una multa por parte de Bruselas, dado que no se está llevando a cabo la trasposición de la Directriz europea sobre la materia. La sanción podría ser de 100 millones de euros, algunos así la cuantifican.

Algunos políticos, no todos, arremeten contra la banca y cargan en estas entidades la culpabilidad de lo que ocurre. Quizá habría que recordarles el cantar del Mío Cid: "muchos males han venido por los reyes que se ausentan..., cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras". Los reyes, aludidos en el cantar, en nuestro actual estado de derecho, son las leyes. Sin leyes bien redactadas, recogiendo todos los aspectos y siendo claras y precisas para su aplicación, efectivamente la piedras hablarán.

Es cierto que la banca ha cometido errores, pero no todos los que se les quieren imputar. El daño realizado, riesgo reputacional, es enorme y supone un lastre importante para el avance económico y la paz social. La banca tiene su parte de culpa, no la niega, pero de ahí a convertirla en el chivo expiatorio hay un abismo. Determinadas corrientes políticas están empeñadas en derribar muchos de los logros e instituciones de las que los españoles nos hemos dotado desde la dictadura, la banca está entre sus objetivos.

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