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Valls y el cosmopolitismo europeo

Algunos de mis compañeros son impulsores en España de "las ciudades inteligentes" (Smart Cities). La ciudad es la estructura política más cercana y que más influye en la calidad de vida. La ciudad es la cuna de la burguesía, que viene de "burgo": habitante del burgo. La burguesía es el fermento de la masa de la ciudad, la hace crecer en horizontal, atrayendo gente a sus empresas o proyectos y de manera vertical, construyéndola física y culturalmente.

La ciudad tiene en su burguesía su espíritu, a pesar de lo que vendan populistas y anarquistas que ahora rigen algunas de ellas. Sin burguesía la ciudad se degrada y acaba siendo incómoda incluso para los sectores más desfavorecidos.

Pero hay dos clases de burguesía: a) la centrada en sí misma, egoísta, que se mira en su ombligo y desprecia a todo lo demás, incluidos el resto de sus conciudadanos; b) la abierta, que se abre al exterior, que disfruta con la integración de personas y culturas que vienen de fuera, la que es capaz de hibridarlas y gozar de la diversidad y anima a la movilidad social integrando a todos. De manera que tenemos tres posibles futuros para cada ciudad: el populismo que la degrada la burguesía aldeana que la cierra y la burguesía cosmopolita que la abre.

Barcelona va a tener las tres corrientes para las próximas elecciones municipales. Están cada una representadas por: Colau; el nacionalismo excluyente; y la candidatura de Manuel Valls a la que pueden ayudar Ciudadanos ¿PSC? y ¿Partido Popular?

La primera es la de los manteros, okupas, turismofobia... sus resultados están a la vista, los vecinos de Ciutat Vella pueden decir si han mejorado o no.

La segunda, el nacionalismo fue la que rigió la ciudad, con una política campo de cultivo del populismo y que ahora pretende utilizar Barcelona para apoyar el independentismo, convirtiendo la Ciudad Condal en su epígono. La tercera quiere representarla el ex primer ministro galo, socialista de ideología y europeo por vocación; un hispano-galo o galo-hispano (según se quiera).

En la trayectoria de su persona se vislumbra el cosmopolitismo. Cualquier ciudadano europeo puede ser munícipe de cualquier ciudad de la Unión Europea. El valor simbólico de esta aventura municipal es extraordinario.

Barcelona fue la capital española del cosmopolitismo, antes que Madrid. Sus instituciones eran tan potentes que no necesitaban verse el ombligo porque miraban hacia arriba. El Liceo era la capital de la opera española. En el 92 el mundo descubrió una joya en el Mediterráneo. Antonio Gaudí construyó allí para una burguesía (por cierto enriquecida en su comercio con el resto de España), que la convirtió en un monumento al arte. Valls dice querer recuperar ese espíritu ¿lo conseguirá? Los barceloneses tienen la palabra.

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