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Es el 75 aniversario de la carrera de económicas

En 1943, hace pues setenta y cinco años, se abrió en la Universidad de Madrid la matrícula para cursar estudios que permitiesen lograr el título de licenciado en Ciencias Económicas. El impacto en España que se derivó de esta decisión resultó tan importante que me ha causado asombro que en un aniversario tan significativo siempre, como es el septuagésimo quinto, no se haya nadie referido a esto.

 ¿Hubiera habido respaldo al Plan de Desarrollo de 1959 sin el equipo de licenciados en Ciencias Económicas que, tras opositar y ganar una plaza en el Cuerpo de Técnicos Comerciales del Estado, integraron el equipo de Alberto Ullastres, quien había sido profesor en la Facultad donde se habían graduado, y preparado para favorecerle? Y más adelante, el impacto de los Pactos de La Moncloa, tan favorable, ¿hubieran podido existir sin un acopio de colaboraciones extraordinario de licenciados en Ciencias Económicas? Dígase lo mismo en la consolidación de la apertura al exterior, culminada con el ingreso de España en el mundo comunitario primero, y en los acuerdos de Maastricht más adelante. Por eso interesa, a efectos históricos, señalar las raíces inmediatas de una tan considerable mejora en la vida española.

La primera señal de la necesidad, incluso acuciante, de que existiesen economistas en España, además como algo prioritario, se halla por un lado en el intercambio de correspondencia entre dos extraordinarios intelectuales, Ramiro de Maeztu y José Ortega y Gasset, y por otro, en el enlace Maura-Flores de Lemus. De ahí se deriva un mensaje muy vinculado con el desarrollo de la llamada "batalla del método" que cristalizará, incluso, con algún serio problema adicional que vincula a Maura con Bernis, el discípulo del gran economista británico Edgeworth. Pero, simultáneamente, la ofensiva en favor de un fuerte nacionalismo económico, que generará la consolidación del modelo económico castizo español, que llega de Cánovas del Castillo en 1874 a Franco en 1957, determina un alud de artículos, libros, comentarios, en una serie de revistas especializadas, fundamentalmente: Revista Nacional de Economía, Economía Española, Anales de Economía, Moneda y Crédito y Revista de Economía Política. Por otro lado, no olvidemos el pensamiento católico, a través de comentarios en El Debate -los de Bermúdez Cañete y Larraz, esencialmente, enlaces con Zumalacárregui y su decisivo apoyo al método deductivo, frente a la orientación hacia el inductivo de Flores de Lemus.

Todo esto había creado núcleos importantes de estudiosos sobre la economía que se consolidó, en primer lugar, en torno a la cátedra sobre esta materia de las Facultades de Derecho y de las Escuelas Superiores de Ingeniería. Añádase que la que podríamos denominar revolución de Sota en el Partido Nacionalista Vasco había creado una licenciatura en Economía. Como es sabido, Sota se encontró con que la herencia carlista en el nacionalismo vasco creado por Arana conducía a una sociedad rural, porque consideraba que desde los ingenieros a los obreros que exigía una industrialización fuerte en el mundo vasco tendrían mentalidad anticatólica, opuesta en mil sentidos complementarios, además, a la del mundo vasco. Por eso Sota orientó el PNV -y eso coincidía también con sus intereses como empresario importantísimo por tener obreros con mentalidad vinculada a los valores tradicionales del mundo vasco. Ahí está la raíz de la creación de la organización sindical Solidaridad de Obreros Vascos, y del inicio, con un contrato con la Compañía de Jesús, de la Universidad Comercial de Deusto, para obtener el título de licenciado en Ciencias Económicas.

A un conjunto muy amplio de profesores de economía en el ámbito universitario, en buena parte ligado, más o menos remotamente, al pensamiento krausista, se le ocurrió montar en Madrid un amplio conjunto de cursos que fuesen capaces de generar, desde el ámbito previo de la Facultad de Derecho, una ampliación de las enseñanzas de ésta, y desde luego, la aparición de una especialización en Economía Política. Pero el proyecto, que era muy amplio, debería iniciarse en el curso 1936-1937. El inicio de la Guerra Civil lo liquidó.

Al final de ella hubo un plan de García Valdecasas que pareció bien a Franco con un debate, al ser ajeno, en principio, a Serrano Suñer y al deseado por FET y de las JONS, intentó superarse con la creación del Instituto de Estudios Políticos. Este plan se basaba en la incorporación a ese Instituto de Estudios Políticos de una Sección de Economía Política, básicamente montada por los discípulos de Flores de Lemus que no se habían exiliado, a los cuales pronto se incorporaría Stackelberg. Ahora sabemos, sobre todo gracias a trabajos de Thomas Baumert, que para asesorar desde lugar seguro a los miembros de la famosa conjura contra Hitler de, entre otros, una hija del almirante Cannaris era, en Madrid, la secretaria de Stackelberg.

Franco, por su parte, había buscado respaldo para orientar su política económica en una serie de economistas, unos vinculados con Zumalacárregui, quien aún en vida de Flores de Lemus y como consecuencia de una decisión de Serrano Suñer, había sustituido a éste en la Cátedra de Madrid. Zumalacárregui había sido designado presidente del Consejo de Economía Nacional y director del Instituto de Economía Sancho de Moncada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dentro del conjunto del que se puede denominar equipo de Ibáñez Martín, ministro de Educación Nacional.

Zumalacárregui había señalado, en un discurso en la Universidad de Valencia, la novedad de crear una licenciatura en Ciencias Económicas. Y no se puede dejar a un lado que en esa misma Universidad, sita en toda la Guerra Civil en Zona Republicana, surgió -por supuesto totalmente ajena a Zumalacárregui una licenciatura en Economía. Se emparentaba en algún grado con otra graduación en Economía que pasó a cursarse en la Universidad Autónoma de Barcelona dentro de esos desarrollos del Estatuto de Cataluña durante la II República, pero que, debido a su papel en el desarrollo separatista de la revolución de octubre de 1934, esos estudios quedaron eliminados por el Gobierno republicano.

Y a ello hay que añadir varios impactos derivados, en buena medida, de las políticas sobre el cambio de la peseta que, a partir de 1929 y hasta 1936, parecían centrar la atención de los españoles. Los disparates derivados de esta polémica crearon centros de estudio hasta entonces inexistentes. Ahí tenemos la aparición del Servicio de Estudios del Banco de España, con la incorporación de quien iba a estar, algo después, en los primeros pasos de la Sociedad Econométrica -el profesor Fernández Baños y, también de quien procedente del mundo docente de las Escuelas de Comercio en 1942 -Germán Bernácer iba a dar lugar a que se escribiese en Economica, encabezando el número de 1942, un elogiosísimo artículo sobre quien realmente ha pasado a ser uno de los fundamentales analistas iniciales del planteamiento macroeconómico: German Bernácer.

Bernácer pasó también al Servicio de Estudios del Banco de España.

Tuve noticia de los momentos fundacionales gracias a Eduardo del Río, después licenciado en Ciencias Económicas de su primera promoción -en la que era delegado del SEU en la Facultad a quien previamente había sido secretario de Castiella en el Instituto de Estudios Políticos. Creo que merece la pena señalar que Castiella y Eduardo del Río se habían conocido en Rusia, como miembros ambos de la División Azul. Castiella recibió la orden de Franco, coordinada con la propuesta de Ibáñez Martín, generada por Zumalacárregui, de crear, dentro de una nueva Ley de Ordenación Universitaria, una Facultad de Ciencias Económicas. Y en el proyecto de ley enviado a las Cortes Españolas, como se lee en el Boletín de éstas, eso es lo que se señala. Pero un grupo intelectual falangista muy importante e influyente, con nombres tan destacados como, por ejemplo, el de Laín Entralgo, formuló una enmienda parlamentaria, para que, a semejanza de la famosa London School of Economics and Political Sciences, hubiese en la Facultad, a más de una licenciatura en Ciencias Económicas, otra en Ciencias Políticas. Se aceptó la enmienda. Castiella fue nombrado Decano del nuevo centro y así se iniciaron sus clases, a partir del curso 1943-1944, en la Sección de Ciencias Económicas y en la de Ciencias Políticas. Se estableció también una especie de acuerdo para vincular los estudios de la Universidad Comercial de Deusto con los de la naciente Facultad. Alrededor de un millar de personas se matricularon para el curso 1943-1944. Concluyeron, con el título de licenciados en Ciencias Económicas, en 1947, medio centenar de licenciados. Hubo dos con premio extraordinario. Uno, José Fraga Iribarne, hermano de Manuel Fraga, que por un accidente falleció en el verano de 1947. El otro, José Luis Sampedro, que acabaría siendo catedrático de Estructura Económica Mundial y Española en esa Facultad.

¿No merece, pues, la pena, recordar cómo fue el inicio de unos estudios, hoy desarrollados por multitud de universidades españolas, sin los que no se puede ya explicar multitud de capítulos de nuestra historia contemporánea?

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