
Hace poco fui a cenar cerca del Edificio España, el famoso rascacielos que marca la entrada norte a la Gran Vía madrileña y regenta la Plaza de España. ¿Cómo puede ser que el edificio siga cerrado? ¡Tantos metros cuadrados desperdiciados en una de las zonas más transitadas de Madrid, con lo que cuesta el alquiler! El inmueble destaca por ser un claro ejemplo de la complejidad y los enredos de las grandes operaciones inmobiliarias de nuestro país.
Tras cambiar de propietarios una y otra vez, en junio del 2017 fue adquirido por la cadena hotelera Riu, que invertirá entre 380 millones y 400 millones de euros en su compra y posterior reforma, con el objetivo de instalar el primer hotel en España de su línea urbana Riu Plaza. El grupo murciano Baraka se hará cargo de la gestión de la zona comercial, donde está previsto que se instalen unos grandes almacenes.
La posibilidad de participar en una operación o inversión de estas características está totalmente fuera del alcance del español medio (y no tan medio). Como en el sector automovilístico, uno ve un Ferrari y lo admira, pero no se plantea comprarlo. Se escribe mucho sobre el Proptech y la revolución que va a suponer la tecnología en el sector inmobiliario. Pero, para que algo sea verdaderamente revolucionario tiene que afectar a la vida de la mayoría de los ciudadanos, crear nuevos hábitos y abrir nuevos mercados. Esto es justo lo que implica la iniciativa con más potencial del proptech: la masiva oportunidad y el cambio de paradigma que puede suponer el crowdfunding aplicado a grandes proyectos inmobiliarios.
El hacer posible que cualquier persona invierta en un gran proyecto inmobiliario y participe en su desarrollo sí que es algo verdaderamente revolucionario. Abre una manera nueva de invertir para el ciudadano de a pie, cambia las reglas del juego y les quita la exclusividad a los inversores institucionales. El crowd o colectivo pasa a ser un player adicional en lo que hasta ahora era un club privado y exclusivo.
Esta fórmula, además, es algo que podemos entender todos porque se ha hecho toda la vida en otros ámbitos. ¿Quién no conoce el clásico navideño de las participaciones de la lotería del bar de abajo?, ¿o la multipropiedad para disponer de un apartamento en la playa unas semanas al año? Si potenciamos el concepto crowd con el mayor conector de personas de la historia (Internet) se abren todas las posibilidades. ¿Por qué no podemos unirnos muchos para comprar el Edificio España?
Parece inviable, pero bastaría con que 200.000 personas aportáramos 2.000 euros de media cada una. Soy consciente de las complejidades operativas y regulatorias de una operación de esta índole, empezando por el límite máximo de inversión de 5 millones de euros establecido por la desfasada ley actual de crowdfunding. Pero que la tecnología lo convierta en algo viable que, además, puede interesar a la mayoría de la gente, hace que esto sea cuestión de tiempo. Queda en manos de las plataformas de crowdfunding inmobiliario el solucionar las puntuales dificultades, impulsar un cambio regulatorio y contarle al mundo que esto es más presente que futuro.
Las cifras así lo confirman. El crowdfunding inmobiliario crece a un ritmo imparable. El año 2015 fue el punto de inflexión para el sector al alcanzar los 2.600 millones de dólares, lo que representó un aumento del 150%. En la actualidad, las previsiones son halagüeñas y pronostican que esta senda positiva se mantendrá en los próximos años.
El acceso a proyectos de diversa índole, tanto por su envergadura como por su tipología, y la cada vez mayor profesionalización de este modelo son algunas de las claves que afianzarán el crecimiento de este mercado que, según las previsiones, generará en 2025 entre 90.000 millones y 100.000 millones de dólares a nivel mundial.
En este marco, España se va a posicionar como una de las grandes referencias, gracias a la madurez del sector inmobiliario nacional, el buen momento que atraviesa el mercado y el fuerte arraigo que tiene la inversión inmobiliaria entre la población española. Un caldo de cultivo que propiciará que el crowdfunding crezca exponencialmente en los próximos cinco años.
Con la expansión de este mercado, los titulares sobre grandes proyectos inmobiliarios no les pertenecerán únicamente a los grandes fondos inmobiliarios chinos o a los grupos hoteleros de renombre, sino que el crowdfunding entrará a formar parte del olimpo inmobiliario.