
A estas alturas de la semana el presidente Pedro Sánchez estará lamentando profundamente el contenido de aquél mensaje la pasada primavera en la red social Twitter en el que presionaba a la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid al conocerse las irregularidades evidentes en la obtención de su Máster. Hoy el tiempo y los acontecimientos le habrán demostrado una vez más que en asuntos de corruptelas no hay ninguna formación política totalmente inmaculada y limpia como para aleccionar a los demás como el hoy jefe del ejecutivo ha hecho durante años. Sin ir más lejos, en unos meses podremos leer con detalle la sentencia sobre uno de los mayores casos de corrupción de la democracia española, que está localizado en Andalucía con las siglas de un partido que él dirige desde la secretaría general.
"No asistió a clase, no hizo exámenes, se matriculó una vez comenzado el máster y no compareció ante ningún tribunal porque nunca existió. Mintió y la mentira no puede presidir la Comunidad de Madrid. Quienes la apoyan están apoyando la mentira". Las palabras escritas por Sánchez en su mensaje parecen proféticas sobre el caso Montón, los apuros que ahora atraviesa la ministra de Sanidad para demostrarnos a todos que ella es diferente a Cifuentes y a Casado, que todo se publica y sale a la luz para causar un perjuicio en su imagen pública, pero que no nos engañen, las irregularidades de los demás si son ciertas. Esa canción no se la compra ya nadie al PSOE por mucho que se repita.
Es la cultura del esfuerzo según el PP resumida en la frase "pilla hasta que te pillen". Así lo definió el entonces jefe de la oposición sin escaño en un acto político con afiliados. ¿Sería mejor ahora el PP si dijera lo mismo del partido en el gobierno porque se han descubierto grietas en la concesión de un título académico a una de sus más conocidas militantes?. Ni lo sería, ni debería hacerlo porque descalificar a toda una organización como el PSOE porque uno de sus componentes tenga dificultades para explicar lo ocurrido hace muchos años es una generalización injusta.
Son las horas más difíciles de la ministra que consideró la sanidad pública española destruida en el afán de imputar al adversario político todos los males del universo. Cualquiera que acceda a diario a uno de los hospitales de la red sanitaria pública y reciba atención médica podrá constatar la exageración de las opiniones de la ministra. Hoy tendrá que dedicar todo su tiempo no a reconstruir lo nunca destruido, sino a buscar explicaciones porque apenas iba a clase y no defendió el Trabajo de Fin de Máster, y además se han detectado por la propia Universidad Rey Juan Carlos cambios en sus calificaciones que habrá que investigar a fondo. La realidad siempre te coloca ante el espejo.