
En España, en un momento clave de la Transición, surgió con fuerza el que se podría denominar modelo económico socialkeynesiano, cabalmente, ese que parece retoñar, ahora mismo, en las directrices iniciales del Gobierno Sánchez a causa, seguramente, de sus alianzas con toda una serie de partidos políticos. El trabajo de Eduardo Ortega Socorro, La reforma de la Ley de Estabilidad bloquea el techo de gasto y presupuesto, publicado en elEconomista de 25 de agosto de 2018; prueba cómo la aparición de este modelo económico se pone claramente de manifiesto. Pues bien, ¿esto qué supone?.
Este modelo se puso en marcha en España varias veces, y en otras incluso se intentó, basado siempre en la justificación de que el alto gasto público y notables incrementos salariales son procedimientos adecuados para generar un profundo alivio económico y social. En España, tras una serie de vacilaciones en torno a esa cuestión, las que tuvo Ernest Lluch -recordemos su conexión con el PSC-, y con una fuerte adhesión a esa postura del profesor Sánchez Ayuso, asesor económico del pequeño, pero que fue muy influyente, Partido Socialista Popular (PSP) de Tierno Galván, surgió un enlace de esa postura con la posición de los implicados en duras contiendas sociales -sobre todo, de Comisiones Obreras- tal como exponía Sartorious. Uno de los centros de su lucha era asumir las tesis de que el paro se reduciría con incrementos en la rigidez laboral, y que el aumento del déficit del sector público generaría tal incremento en la demanda que eliminaría cualquier sensación de crisis.
Debemos a una obra de Ubaldo Nieto de Alba, la titulada De la Dictadura al Socialismo democrático. Análisis sobre el cambio de modelo socioeconómico en España (Unión Editorial, 1989), el que con agudeza, se señalen algunas características de esta postura socialkeynesiana en España, mostrando, por ejemplo cómo fue capaz de eliminar un intento de flexibilización laboral que el equipo de Fuentes Quintana intentó que se aprobase como parte importante de los Pactos de La Moncloa.
Evidentemente, eso se debió a la acción de Sánchez Ayuso. Este profesor y diputado del PSP señaló en el debate sobre los mencionados Pactos de La Moncloa, que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados el 27 de octubre de 1977, y nadie lo contradijo, lo que sigue: "La gesta de los partidos de izquierda se ha notado en la redacción del texto del acuerdo definitivo; se ha visto ello en la redacción del proyecto. Piénsese, como ejemplo, que en el programa original del Gobierno -o sea, el redactado por el equipo de Fuentes Quintana-, se acordaba la libertad de despido, compruébese que ese punto no aparece en el documento", o sea en el que efectivamente se aprobó. El profesor Nieto de Alba agrega que esta aceptación de rigidez laboral no era coherente con una "política monetaria restrictiva".
La postura de Fuentes Quintana y su equipo obliga a no olvidar un famoso artículo de Milton Friedman, El papel de la política monetaria, que fue el mensaje presidencial expuesto el 29 de diciembre de 1967, en la reunión de la American Economic Association, y editado en la American Economic Review en mayo de 1968. Este mensaje de Friedman era un ataque muy a fondo dirigido contra esa postura socialkeynesiana que, como se ha señalado, defendía el PSP y también el PSC, seguramente por influencia de Lluch. Pero Fuentes Quintana, lo recuerdo a la perfección, se maravilló ante ese trabajo de Friedman, en la línea que había pasado a adoptar, de clara reserva ante posturas relacionadas con Keynes. Probablemente eso explica que decidiese la publicación íntegra del mensaje de Friedman, traducido al español, en Información Comercial Española, en enero de 1969.
Quedó así muy clara la adhesión, tras influir en los textos originales de los Pactos de La Moncloa, y por supuesto para impedir que los déficits fiscales pudiesen ser una cómoda salida para evitar los enredos de las crisis, gracias a incrementos de la demanda. Una confirmación de la que podemos denominar línea Friedman-Fuentes, en relación con el aumento de los déficits presupuestarios, generados por el deseo de producir ese camino que Sánchez Ayuso y demás seguidores acabó siendo aceptado, de manera muy amplia, por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, es lo que ahora parece iniciarse con el Gobierno Sánchez. Debemos al profesor Jordi Maluquer de Motes el que, en su valioso libro España en la economía mundial (Instituto de Estudios Económicos, 2016) muestre que la etapa "más negativa de la historia de la economía española se reconoce en el tiempo actual, esto es, de 2007 a 2014. Nunca antes el ritmo del PIB y del PIB per cápita había sido tan contrario a la disponibilidad general", agregando que "la única excepción superadora de una situación tan fuertemente negativa" la encontramos en ese trío de los trágicos años de la guerra, entre julio de 1936 y marzo de 1939".
Despréciese, pues, a Fuentes Quintana; ignórese a Friedman; olvidémonos de que, como relata Hayek, tras una conversación tenida por él con Keynes, que cuando éste se enteró de la difusión pretendidamente basada en él de la postura socialkeynesiana, se levantó irritado del sillón en que se encontraba, y chasqueando los dedos gritó: "¡Son unos tontos!".
Recientemente tres economistas, Zidong An, Joao Tovar Jalles, y Prakash Loungani, en el IMF Working Paper, marzo 2018, sostienen la dificultad de predecir crisis económicas. Pero en el caso español y con el empleo en la política económica española del modelo socialkeynesiano, ¿se alzan todas esas dificultades de predicción? Pero, este trabajo precisamente se refugia para sostener tal dificultad, eso en el caso de economías de mercado libre y emergentes, pero no en aquellas que se apartan de cualquier racionalidad, llámese ésta, estructuralismo económico latinoamericano, o chavismo o socialkeynesianismo ibérico.