
El acuerdo comercial alcanzado entre México y EEUU es una sorpresa esperanzadora. Ambos países ganan. México porque está ante un escenario distinto al que tenía hace año y medio. Entonces Donald Trump, además de exigir que pagara el muro (en lo que insiste), amenazaba con cancelar el tratado y cerrar la frontera. El anuncio contradice la retórica del magnate que aseguraba que todos los acuerdos existentes no firmados por él eran malos. México respira y la prueba ha sido una inmediata recuperación del peso y la reacción positiva de los mercados financieros. EEUU también tendrá beneficios.
El acuerdo tendrá una duración de 16 años siendo sometido a revisión cada seis. Esta no acarreará la amenaza de expiración automática del tratado -como proponía EEUU- y permitirá renovar el pacto por otros 16 años.
Ambos equipos negociaron con prisa. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte pasó a renegociarse sin Canadá, argumentando la complejidad de las negociaciones. No obstante, fue determinante para Trump el tema de la balanza comercial. Teniendo en cuenta que EEUU tiene un déficit de 17.000 millones de dólares por 71.000 millones con México, tenía más que ganar con este último.
La urgencia tenía su razón de ser. En el caso norteamericano, para que Trump lo rubrique antes de que los demócratas ganen más peso en el Congreso, algo factible de cara a las elecciones a mitad de mandato en noviembre. En el mexicano para que el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, pudiera firmarlo antes de que el mandatario electo, Andrés Manuel López Obrador, asuma el cargo el 1 de diciembre. Peña Nieto destacó el papel de AMLO y su equipo en el acuerdo comercial.
Se habla de un "efecto AMLO" detrás del éxito. Tras el fuerte respaldo obtenido en la reciente elección se convierte en uno de los dirigentes más fuertes en la historia del país. La relación que mantiene con Trump es buena. Este dice estar "impresionado" y que le "haría muy feliz" establecer acuerdos con el político mexicano. Por otra parte, el negociador de AMLO, Jesús Seade, aprovechó su amistad con el representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, para lograr entendimientos en la modernización del TLCAN.
No hay evidencia de que todos los puntos hayan sido negociados hasta el fondo. Ni está claro (en este momento al menos) si se va a integrar Canadá y en qué condiciones. Es muy plausible que EEUU haya usado la estrategia del "divide y vencerás". Y también que ahora intente usar el acuerdo como una palanca para atraer a Canadá a la discusión. Técnicas complementarias y que no se excluyen. En cualquier caso, es este un primer pacto bilateral que sería la base para un nuevo convenio que incluya a Canadá. El objetivo expreso de México es que Ottawa se reincorpore al proceso con la finalidad de concluir la negociación trilateral.
Uno de los puntos más conflictivos era el relativo a las reglas de origen en el sector automotriz. Se requerirá que para poder ser exportado sin aranceles, tres cuartas partes de un vehículo tienen que ser producidas con partes hechas en EEUU y México (en la actualidad se exige un 62,5 por cien). Además entre un 40 y un 45% del coche debe ser fabricado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares a la hora. Con esto se busca evitar la deslocalización de fábricas a zonas de bajo coste en México. El problema no queda resuelto porque el desafío no es tanto de carácter técnico sino político: es decir, sobre cómo se interpreta la inserción de Norteamérica en la globalización frente a otras regiones.
Así pues, y sin dejar de ser una buena noticia, lo acordado bien puede acabar reducido a un "golpe mediático" (otro más) de Trump. Le ha permitido informar de que se había logrado un acuerdo, aunque fuera el anuncio más débil posible porque es un pacto preliminar y solo con una de las partes.
Se impone la cautela y el escepticismo. Se ha apurado mucho el anuncio para lograr un resultado visible. Incluso si la intención fue dar seguridad a mercados e inversores lo que ocurrirá en los próximos meses es que generará incertidumbre.
EEUU formula la amenaza del entendimiento por separado con México y Canadá parece estarla tomando en serio. Pero la Casa Blanca necesita un permiso del Congreso para negociar un concierto comercial bilateral con México y otro con Canadá. Y es difícil que Trump obtenga luz verde del Capitolio para abandonar el TLCAN y avanzar hacia los acuerdos bilaterales. Menos aún si los demócratas pasan a controlar el Congreso. La idea es mantener el acuerdo tripartito para evitar las perturbaciones que podría acarrear la vacilación. Trump abominó del TLCAN durante su campaña presidencial. Sin embargo, lo más probable es que se reedite el pacto si bien con siglas diferentes.