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La plaga del feminismo radical

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Foto: Efe.

Durante el Mundial de fútbol en Rusia, la FIFA hizo una recomendación a las televisiones que retransmitían los partidos: que se abstuvieran de escoger entre las imágenes del público a mujeres guapas. Y uno se pregunta: ¿por qué esta censura? Porque ha vuelto la Santa Inquisición de la mano del feminismo radical, que sostiene que las guapas son tratadas como objetos sexuales. Ilustraré este radicalismo con un caso: el ministro británico que se vio obligado a dimitir porque en un pasado remoto le había acariciado la rodilla a una mujer.

Carmen Calvo, esta vez como vicepresidenta, se va a encargar de promocionar la igualdad -entre varones y mujeres, pues las otras desigualdades, al parecer, han desaparecido- y viene cargada de ideas al estilo de Me Too. Ya ha anunciado cambios en el código penal para que un varón no pueda meterse en la cama con una mujer si ella no ha dado su consentimiento expreso. La ley de igualdad actualmente en vigor prescribe "la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres", pero eso ha quedado ya superado. En efecto, hay ya una ley que ante el delito de malos tratos prescribe una mayor condena si el maltratador es varón.

Es preciso legislar -eso parece- que en este asunto las mujeres nunca realizan denuncias falsas. También hay que suprimir la presunción de inocencia si el acusado es un varón, al cual también se le negará el derecho a la defensa. Y como toda la vida social destila machismo y heteropatriarcado hay que empezar por eliminar el lenguaje sexista ("no inclusivo", se dice ahora), para lo cual las radicales han redactado unas guías. Tras analizar nueve de estas guías, el académico Ignacio Bosque realizó un informe a petición de la RAE: "Los autores de las guías parecen entender que las decisiones sobre todas estas cuestiones deben tomarse sin la intervención de los profesionales del lenguaje".

Ahora el Gobierno ha encargado a la RAE un repaso al texto de la Constitución. Si el nuevo texto constitucional ha de atenerse a las citadas guías saldrá algo parecido a la Constitución bolivariana, que se atuvo a esas normas lingüísticas:

"Solo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de presidente o presidenta de la República, vicepresidente ejecutivo o vicepresidenta ejecutiva, presidente o presidenta y vicepresidentes o vicepresidentas de la Asamblea..."

Una jerigonza antiestética, repetitiva e ininteligible, pues las radicales no aceptan el género masculino como genérico, cosa que sí prescriben todas las lenguas latinas. Y no se rían ustedes, amables lectores. Ya lo anunciaba un viejo refrán: "Si tu mujer te pide que te tires por un tajo, pide a Dios que sea bajo".

En fin, lo que no puedo entender es qué tienen que ver estas reivindicaciones identitarias de nacionalismos o feminismos radicales ni con la igualdad ni con la izquierda.

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