Firmas

Referentes fallidos

Foto: Efe.

Los ayuntamientos acostumbran a elegir como pregoneros de sus festejos anuales a personas que han hecho algún bien a la comunidad o que destacan por su trayectoria vital o profesional. Con ese honor, aplauden públicamente su labor y les distinguen como referentes ante los vecinos. Es por eso por lo que cuesta entender la razón por la que el consistorio de Madrid ha designado para inaugurar oficialmente las fiestas en el barrio de Lavapiés al portavoz del Sindicato de Manteros y Lateros (sic). En el mejor de los casos, podemos llegar a pensar que lo ha hecho con el fin de dar visibilidad a ciudadanos anónimos, lo que en Podemos, erigiéndose en sus paladines, denominan la gente. En el peor, el más probable, la alcaldesa ha optado por mantener la tradición de realzar a una persona o a un colectivo.

Cuando Manuela Carmena cogió el bastón de mando se declaró dispuesta a dar de comer a los cientos de niños, según ella muertos de hambre, que había dispersos por Madrid esperando su ayuda. Toda una declaración de intenciones con la que dio a entender que la protección de los más desfavorecidos sería uno de los estandartes que guiarían su acción de gobierno. ¿Son los manteros y lateros inocentes personitas indefensas? No. La definición más buenista que podemos hacer de ellos, cierta en demasiadas ocasiones, lamentablemente, es que son víctimas de las mafias. Pero también, y no es baladí, constituyen el último eslabón de una trama corrupta que trafica con seres humanos, destruye y roba la propiedad intelectual empobreciendo a los creadores, no paga impuestos y compite de forma desleal con las industrias y comercios honestos que cumplen con todas sus obligaciones legales. ¿Es ése el referente que propone a los madrileños su ayuntamiento? Parece ser que sí. Para Podemos, los manteros son los buenos, aunque peguen a los turistas que defienden a las mujeres, y la mala es la policía, cuya misión es velar por la seguridad y el cumplimiento de los derechos de todos.

Sin embargo, el talón de Aquiles de ese modelo de ingeniería al que los dirigentes podemitas con mando en plaza someten a la sociedad es que choca frontalmente con el sentido común. La dificultad para andar por las aceras de las grandes ciudades, la sensación de inseguridad creciente en algunas zonas o la presencia de nuevos vecinos okupas en el barrio provoca desasosiego entre los ciudadanos que trabajan y pagan al fisco.

Por eso, la demagogia de sus gobernantes será un boomerang que acabará por volverse en su contra. Las estrategias de corte populista tienen un recorrido muy corto y el mejor ejemplo acabamos de verlo con el Aquarius. ¿Quién le iba a decir a Pedro Sánchez, que, después de hacerles el favor de abrirles el puerto con todos los honores iban a regresar, apenas un mes después, con un nuevo cargamento de personas? Ya le debió explicar Angela Merkel las consecuencias de esa foto porque ella misma las ha sufrido en sus propias carnes.

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