Firmas

¿Tres transhumanismos?

Foto: Archivo

En la canícula, con la bajada de la actividad mirando el mediterráneo, podemos dejar las batallas aldeanas de la cotidianidad: la lucha entre los partidos y dentro de ellos; las causas judiciales de todo tipo; los tuits de Trump y sus contrapartes... Como filósofos griegos ante ese azul del mar profundo tenemos la oportunidad de pensar más allá.

Por ejemplo, debatir sobre la novedad del Transhumanismo. Las cátedras universitarias punteras apuntan la posibilidad de transcender la humanidad hacia un nuevo horizonte en tres direcciones en la búsqueda del mito de la inmortalidad.

La primera trata de alargar la vida orgánica del ser humano. La fe en la ciencia asegura que durará al menos 120 años en condiciones saludables. La vejez es un conjunto de enfermedades para los que la medicina tendrá soluciones.

La segunda es la utilización de instrumentos electró-mecánicos que sustituyen los órganos deteriorados; en algunos casos mecanismos automáticos como un corazón artificial; en otros prótesis artificiales que el cerebro será capaz de manejar; incluso algunas personas complementarán o sustituirán sus órganos naturales por artificiales para potenciar sus posibilidades y alargar su existencia.

La tercera es el traspaso de la conciencia personal a un soporte electrónico que segura la pervivencia del yo. No es IA (Inteligencia Artificial), es mi personalidad trasmitida a un soporte virtual-electrónico que, incluso, puede replicarse varias veces... ¿Pasaremos a ser algo distinto y dejaremos atrás el antropoceno (la era del hombre) para entrar en otra: el transantropoceno (la era de lo Transhumano)?

La respuesta es irrelevante si estos hechos no se producen. Antes habría que preguntarse si es razonable y ético avanzar en estos caminos ¿Quiénes podrán ser los beneficiarios de cada una de estas líneas de investigación? ¿Sólo los ricos? ¿La Seguridad Social debería ofrecerlo, pero puede no hacerlo dados los costos que comportan? ¿Tiene la persona derecho a este tipo de soluciones ante su pánico a la muerte? ¿Cuándo la persona debería tener la libertad de dejar su eternidad?

Ahora que se quiere legislar el suicidio asistido, ¿habría que considerar como causa legal el aburrimiento, el cansancio existencial?

En el tercer camino, el de la conciencia trasladada a un lugar en la nube electrónica, para morir bastaría que un técnico desenchufase nuestra conciencia virtual, algo indoloro, mecánico, sin emoción, transhumano ¿terrible? Frente a las peleas pueblerinas de nuestros dirigentes estas posibilidades resultan lejanas pero inquietantes. Estamos creando desafíos que influirán en nuestros hijos y nietos y modificarán su vida ¿Tenemos derecho? ¿Mejor no preocuparse y abordarlo cuando ocurra o entonces será tarde?

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