Firmas

El jinete del hambre

Foto: Dreamstime

La guerra, el hambre, la peste... los jinetes del apocalipsis no parecen estar dispuestos a dar tregua a la dolorida Humanidad, o eso parece si nos atenemos a lo que nos llega a través de los medios. Se habla de la guerra de Siria como si fuera la II Guerra Mundial. Se informa de la malaria como si estuviéramos ante la peste bubónica. Es verdad que la I y II guerras mundiales fueron más mortíferas que cualesquiera otras guerras anteriores, pero a partir de 1945 las cosas en el mundo han ido mucho mejor.

En cuanto al hambre, viendo la televisión se diría que en África se pasa tanta hambre como en la Edad Media europea durante una crisis agraria o como lo que ocurrió a finales del siglo XVII en Francia (casi tres millones de franceses murieron de hambre entre 1692 y 1694). Y no sólo en Francia. En 1695, la hambruna golpeó a Estonia y mató a la quinta parte de la población. En 1696 le tocó el turno a Finlandia, donde murió entre un cuarto y un tercio de la población. Yuval Noah Harari nos ha recordado que "durante los últimos cien años, lo avances tecnológicos, económicos y políticos han creado una red de seguridad cada vez más robusta que aleja a la humanidad del umbral biológico de pobreza. De cuando en cuando se producen aún hambrunas masivas que asolan algunas regiones, pero son excepcionales y casi siempre son consecuencia de la política humana y no de catástrofes naturales. En la mayor parte del planeta, aunque una persona pierda su trabajo y todas sus posesiones, es improbable que muera de hambre". La última enorme hambruna se produjo en China durante lo que los maoístas llamaron con su retórica disparatada Gran Salto Adelante. Se les olvidó decir que el Gran Salto lo era hacia la tumba, pues decenas de millones de chinos murieron de hambre. En 1974 se celebró en Roma (sede de la FAO) la primera Conferencia Mundial de la Alimentación. Allí se hicieron previsiones en verdad apocalípticas. Por ejemplo, se aseguró (quizá bajo la influencia del Gran Salto) que China nunca podría alimentar a sus 1.000 millones de habitantes. Sin embargo, el gran país asiático se encaminaba hacia la desaparición de las hambrunas; claro que para conseguirlo hubieron de abandonar los dogmas comunistas. De hecho, en el siglo XXI mueren más personas por sobrealimentación que por hambre. Harari nos ha recordado que en 2014 más de 2.100 millones de personas tenían sobrepeso, frente a los 850 millones que padecían desnutrición y se espera que la mitad de la Humanidad sea obesa en 2030. En 2010, la suma de las hambrunas y la desnutrición mató a alrededor de un millón de personas, mientras que la obesidad mató a tres millones.

Claro que estas muertes por sobrepeso atacan más a las clases menos pudientes, pues "mientras que los residentes en Beverly Hills comen ensalada y tofu al vapor con quínoa, en los suburbios y guetos los pobres se atracan a pastelillos, hamburguesas y pizzas".

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