
Aunque todos los medios hablan de las primarias del Partido Popular no es correcto. El sistema electoral es a doble vuelta. Pero los colegios en que se decide la primera y la segunda de ellas no son los mismos. Es lógico el descarte de los menos votados en la primera y la apelación a una segunda vuelta para elegir el ganador, pero en puridad, para poder llamarlas primarias, debería ser el mismo colectivo de votantes el que votase en la segunda vuelta entre los dos mayores votados en la primera.
En el caso del Partido Popular la segunda vuelta se decide en un Congreso extraordinario en el que participan compromisarios, elegidos por los militantes y natos. Un colegio electoral de segundo nivel. Una votación secundaria ¿Cuál es la lógica de este sistema? La de corregir con un colegio más ilustrado la decisión de los militantes si esta no ha sido contundente. En particular los compromisarios natos, diputados, senadores, miembros de órganos de gobierno del partido... son personas teóricamente más informadas.
Pero en un colegio electoral de ese tipo, de segundo nivel, en el que cada uno de los compromisarios puede ser contactado, juega mucho el criterio del poder. Las alianzas son naturales, las presiones también. No es contra natura el que haya maniobras de los equipos de los candidatos.
Maniobras que incluyen promesas y/o amenazas, peticiones de voto o, incluso, de ausencias en el congreso a los compromisarios. También son naturales las declaraciones de neutralidad, para quedar disponible para cualquier ganador o declararse a favor de uno u otro por parte de los Barones o personalidades del partido posicionándose para el futuro. El juego limpio y el sucio. Juego sucio que puede ser manejado a favor o en contra del candidato atacado.
Esta es la lógica de estas primarias/secundarias del Partido Popular. Este fin de semana los compromisarios deciden entre los dos candidatos que las primarias han seleccionado y deciden en la teoría por su mayor conocimiento y en la práctica por criterios de poder territorial y personal. Pero no todo es tan automático.
La votación es secreta, eso añade un punto de misterio e incertidumbre. Los dos candidatos tienen esperanzas dados los números de la primera vuelta. Pero, salga el que salga, su trabajo no habrá acabado. Mejor dicho, empieza. Las encuestas han relegado al PP del primer lugar; algunas al tercero. La herencia es compleja y los juicios por corrupción se sucederán a lo largo de este año y el siguiente.
Levantar el partido depende también de los errores de Sánchez y Rivera. No se lo pondrán fácil al vencedor. Pero las circunstancias tampoco se lo van a poner fácil a ellos. Las espadas están en alto. Ahora falta saber quién va a empuñar la del Partido Popular. El domingo lo habremos conocido.