En 1888, Pérez Galdós publicó una novela de extraño título, Miau. Es la historia de Ramón Villaamil, un cesante, y de su familia, los Miau, a quienes les venía el nombre de su aspecto gatuno. Se trata del vía crucis amargo del cesante Villaamil en su viaje cotidiano en busca de trabajo, ese es el eje de la novela galdosiana, llena de referencias minuciosas y constantes a la burocracia, donde la intriga y la arbitrariedad eran las reinas.
Hoy, por suerte, para acceder al funcionariado se exigen unas pruebas (diz que objetivas) aunque la verdad es que eso no ha evitado las cesantías. Tampoco el mandato constitucional de "mérito y capacidad" ha impedido que sigan floreciendo los nombramientos a dedo. Para mostrarlo, fijémonos en el entorno del presidente del Gobierno. Para empezar, hoy hay un 28% más de ministerios que hace un par de meses y en Moncloa Sánchez cuenta ya con siete órganos directivos bajo su mando directo, frente a los cinco de Rajoy. La diferencia es aún mayor en las ramificaciones, porque el presidente gallego contaba con ocho direcciones generales y ahora son 15. Los dos subsecretarios de la etapa del PP se han convertido en cinco. De suerte que hay en torno al presidente más direcciones generales que en el Ministerio de Hacienda.
De hecho, la Ejecutiva Federal del PSOE se ha quedado en cuadro, pues 18 de sus miembros (y miembras) han pasado al Gobierno, en el cual se ha creado, por ejemplo, una Dirección General de Memoria Histórica, ocupada por el historiador andaluz Fernando Martínez, que tiene ante sí la enorme tarea de reescribir la historia de la Guerra Civil dejando al PSOE y al PCE libres de toda culpa. Ni checas ni Paracuellos. Pero quizá los dos nombramientos que más han llamado la atención sean los de Manuel Escudero, embajador de algo inexistente como es la OCDE, con una residencia señorial cerca del Arco de Triunfo, y el de José Félix Tezanos al frente del CIS. Sin olvidar a un matrimonio compuesto por Isaura Leal y Juan M. Serrano, ella al frente del Alto Comisionado para el Reto Demográfico y él dirigiendo Correos. Tal cantidad de dedos no es lo común en la UE, que haría bien en eliminar de una vez la politización de la Función Pública en sus países miembros. España sigue siendo el país en el cual "si no tienes padrinos no te bautizan". También en la empresa privada.
Hay unos cinco códigos de buen gobierno. Pues bien, pese a tales sedicentes códigos, un reciente estudio muestra que en 2016 el 57% de los consejeros independientes en las empresas cotizadas en bolsa eran nombrados por indicación del presidente del Consejo de Administración y el 20% a propuesta de algún accionista significativo y tan solo el 23% tras seguir un procedimiento reglado por la Comisión de nombramientos y retribuciones. Un sistema de cooptación más propio del Sacro Colegio Cardenalicio que de una empresa que se juega los cuartos de sus accionistas.