
La Teoría de control es una rama de las matemáticas que estudia el comportamiento de muchos tipos de sistemas y la forma en que estos pueden ser gobernados. Es una derivada de la Cibernética, ahora tan de moda por la presencia permanente de lo ciber en nuestras vidas. Un término que daba sentido a una nueva ciencia iniciada en 1948 por el matemático de origen alemán Norbert Wiener, que lo acuñó tomándolo de la palabra griega kybernetes (el timonel), haciendo referencia al control y comunicación entre las máquinas y el ser humano. Sus estudios le llevaron también a la sociología, en un interesante libro sobre cibernética y sociedad donde trata cómo unos seres humanos son capaces de manipular a otros. Para mejor entenderlo, antes de seguir, se puede decir que un sistema es una suerte de caja negra cuyo funcionamiento tiene que ver con los estímulos que se le den. Estímulos (entradas al sistema) que, digeridos por el sistema, dan como resultado un determinado comportamiento (salidas del sistema). A veces, las salidas vuelven a la entrada realimentando el proceso. Los sistemas, una vez modelizados con ecuaciones matemáticas, se pueden analizar desde el punto de vista de su estabilidad o inestabilidad. De ser estables, pueden perder su carácter y volverse inestables.
Sin embargo, aquellos que son capaces de mantenerse con suficientes límites de estabilidad, son controlables, en el sentido de que su comportamiento final puede fijarse mediante una serie de acciones. La controlabilidad de un sistema puede llevar al control óptimo; es decir, a determinar qué acciones hay que poner en práctica para llevar al sistema a un estado final óptimo. Es lo que se hace, por ejemplo, con el timón de un barco: el barco va, normalmente, donde quiere el timonel. Existe además otra propiedad interesante en el estudio de los sistemas que se denomina observabilidad; que se refiere a la capacidad de entender el funcionamiento de un sistema atendiendo a lo que sucede a su salida; o sea, viendo cómo responde a los impulsos de entrada. Ni que decir tiene que todo esto se complica sobremanera cuando se trata de sistemas sociales; pues es casi imposible establecer un modelo que responda con suficiente fiabilidad a su comportamiento.
Relacionado con lo anterior hay otra rama de las matemáticas denominada Teoría del caos. Una ciencia que estudia ciertos sistemas complejos, que son muy sensibles a las condiciones iniciales; donde pequeñas variaciones en dichas condiciones pueden llevar a comportamientos impredecibles en el futuro. Es lo que llevó al científico americano Edward Lorenz a presentar cómo el aleteo de una mariposa en Brasil podría producir un tornado en Texas. Un fenómeno conocido como efecto mariposa, que le valió a James Gleick para escribir su famoso libro: Caos, la creación de una nueva ciencia.
Todo este largo preámbulo para llegar a la situación política actual, donde un cambio súbito de las condiciones iniciales de gobernabilidad del partido en el poder, llevó a su rápido desalojo del Gobierno. Un cambio esperable por ser potencialmente posible. Era previsible que la inestabilidad intrínseca del sistema de gobierno PP podría ser incontrolable si aparecía cualquier efecto mariposa. La pérdida de control sobrevino en forma de falta de apoyo de un supuesto socio. En este caso el PNV. De manera que su caída dio paso a un nuevo sistema de gobierno PSOE, con sus correspondientes entradas a la espera de que proporcione sus necesarias respuestas de salida.
Ya se ve que cualquier aleteo de una impredecible mariposa moviéndose lejos puede llevar de nuevo a situaciones incontrolables. Y esto es así porque todo sistema dinámico viene afectado por situaciones que pueden hacer peligrar su estabilidad. De manera que el resultado de su marcha debe ser corregido casi continuamente; donde la pericia del timonel, aunque esencial, puede no ser suficiente para recuperar su estabilidad. Un fenómeno bien conocido en aviación, donde se puede perder la estabilidad del avión ante circunstancias imprevistas.
El nuevo Consejo de ministras y ministros comienza su andadura con buenos augurios. El partido que lo soporta ha embridado, de momento, a sus innumerables socios, cuyo margen de maniobra queda limitado. Además, ha descalabrado a los oponentes. A uno, que tardará meses en recomponerse. Y a otro, que queda con su estrategia desarbolada por no haber leído con atención El Quijote y sus numerosos refranes. Aunque en este caso, habría bastado con ir a uno muy a la mano: no conviene vender la piel del oso antes de cazarlo.
Sin embargo, en los complejos tiempos que vivimos, las sonrisas y los buenos propósitos no son suficientes. No hay que olvidar que los acreedores están a la puerta y sus aleteos en forma de frustración pueden proporcionar un efecto mariposa de resultados impredecibles.