La demografía catalana ha preocupado a los nacionalistas, desde Vandellós hasta Jordi Pujol. Este último creó un Instituto de Demografía que durante años dirigió Ana Cabré, con quien estudié Demografía en París, en el IDUP.
Alejandro Macarrón, creador de la Fundación Renacimiento Demográfico, nos acaba de recordar unos cuantos datos imprescindibles: si Cataluña no hubiera recibido inmigrantes del resto de España desde la mitad del siglo XIX a la actualidad tendría 2,5 millones de habitantes y no los 7,5 millones que tiene ahora, pues la fecundidad de los catalanes ha sido tradicionalmente menor que la media española. En concreto, la provincia de Barcelona tuvo la menor fecundidad de toda España durante todo el siglo XX: un 27% inferior a la media nacional.
Según datos de la propia Generalidad, una amplia mayoría de los que allí viven tienen el español como lengua materna y como lengua de uso preferente. Un sencillo análisis de los primeros apellidos más frecuentes lleva a que aproximadamente el 35% de los españoles residentes en Cataluña tiene un primer apellido catalán de pura cepa, el resto tiene un primer apellido castellano-español ("charnego", dicen los nacionalistas). De hecho, los 30 apellidos más frecuentes en el censo catalán son charnegos: García, Martínez, etc.
Pese al predominio demográfico-lingüístico del tipo español genérico-castellano, la Cataluña oficial desde hace casi 40 años -y los partidos nacionalistas catalanes de manera aún más pronunciada- presenta un sesgo abrumador hacia los rasgos catalanes-catalanes en materia de nombres y apellidos de altos cargos políticos, además de la obligatoriedad del uso de la lengua catalana en la vida pública y escolar, en detrimento de todo lo que parezca español genérico-castellano.
Para muestra, varios ejemplos lapidarios: Desde el primer gobierno de Pujol en 1980 hasta ahora nunca hubo un conseller del gobierno catalán cuyo primer apellido fuera García, Martínez, López, Sánchez o Rodríguez, que son los cinco apellidos más comunes en Cataluña. El 8% de la población catalana tiene uno de estos cinco como primer apellido. La probabilidad de que la selección de apellidos de los consejeros fuera aleatoria es casi nula (en concreto, 1/8000).
En las listas electorales de Junts pel Sí de 2015, comprobando los apellidos de los diez primeros puestos de cada provincia catalana, esto es, los 40 primeros candidatos, se observa que 38 tenían un primer apellido catalán de pura cepa y sólo dos de tipo español genérico. En el último gobierno de Carles Puigdemont solamente uno de sus 14 miembros, Antoni Comín, tenía su primer apellido que no era de tipo catalán-catalán.
Sin embargo, en el gobierno que formó Rajoy en 2017 hay tres ministros con primer apellido de tipo catalán: Dolors Monserrat, Rafael Catalá y Álvaro Nadal. Una sobrerrepresentación catalana notable, y lo mismo podría decirse de los gobiernos de Felipe González.