
Por lo que se refiere a la realidad social de un país, es preciso conocer, por un lado, la distribución personal de la renta, pero también es preciso tener en cuenta la elasticidad interpersonal de los ingresos, esto es, de qué modo se han alterado las rentas de los hijos respecto a las de sus padres; exactamente, "la relación entre la distribución de los ingresos de los padres y la de los hijos". 100 significa que existe una plena correspondencia entre las rentas de los padres y la de los hijos, medidas ambas respecto al promedio. A mayor elasticidad interpersonal de ingresos, menor es la movilidad social. Pero por otra parte, se encuentra la distribución personal de la renta. Su estimación es de 100, si toda la renta de una nación está en una sola mano, y cero si se encuentra totalmente distribuida de modo igual, ¿y qué se deduce realmente de ambas magnitudes para un país? Lo muestra la curva del Gran Gatsby. Ambas cuestiones acaban de ser planteadas en España, en sendos artículos, por José Mestres Doménech, Marta Guasch Rusiñol y Adrià Morrón Salmerón, ambos aparecidos en la publicación de Caixabank Research, Informe Mensual, marzo 2018. Para el periodo que transcurre de 1850 a 1960, la elasticidad intergeneracional de ingresos en España forzosamente registra una cifra muy alta.
Esa altitud es, seguramente, lo que se ha observado como consecuencia de la emigración del campo a las zonas urbanoindustriales y al incremento del porcentaje de los servicios respecto a la industria. La distribución personal de la renta, a través del dato del índice de Gini, sabemos que se mueve entre cifras más bien altas. Merece la pena enlazar ambas magnitudes. Estos trabajos, que suponen la aparición de la base de la Curva del Gran Gatsby, muestran una puntualización sobre la existencia de desigualdades de renta.
A poco que se hayan manejado datos en España de la distribución de la renta y los del gran cambio generado por el nivel de los ingresos de 1960 a ahora, es probabilísimo que nos encontremos en la curva análoga a la de los Estados Unidos, y muy lejos de Alemania o Francia, porque últimamente se han desarrollado más lentamente que España.
¿No merecería la pena que una institución oficial, como el Consejo Económico y Social de España, plantease, estudiase y exhibiese a fondo esta realidad, y la contrastase con la de otros países? Adelanto que sospecho que al pensamiento conservador le puede venir muy bien, pero no a los planteamientos marcadamente reformistas.