
La conocida película (1965) de Jean-Luc Godard À bout de souffle (Sin aliento), sobre una historia ideada por François Truffaut, se tituló en España igual que este artículo, y es que la traducción al español de algunos títulos de películas hace dudar de la salud mental de los distribuidores. Baste con recordar Con faldas y a lo loco, la película de Wilder protagonizada por Marilyn Monroe, Jack Lemmon y Tony Curtis que en inglés se llamó Some Like It Hot.
Pues eso, a lo loco, es como se ha comportado desde hace ya demasiado tiempo un sujeto llamado Carlos Puigdemont. Y es que esta desgraciada aventura iniciada por el nacionalismo catalán en 2012 nunca hubiera prosperado si el Estado hubiera mostrado su contundente fuerza desde el primer momento en que se iniciaron los preparativos del golpe de Estado. La crisis por un lado -y la intención de no asumir sus consecuencias echándole la culpa de los recortes a Madrid- y por otro la deriva política consecuencia de aquella -que ha convertido al Congreso de los Diputados en una jaula de grillos- hicieron creer a los lidercillos de CiU y ERC que era el momento de aprovechar la debilidad del gato para darle la estocada final. Pero no calcularon bien dos cosas: una, que el Estado está compuesto por algo más que el Gobierno y las Cortes; se olvidaron de jueces y fiscales. Un error que demuestra su falta de inteligencia, pues, si vas a meterte en una guerra, lo primero que has de saber es cuántas tropas tienes enfrente. Dos: los nacionalistas, convertidos ya en separatistas y en manos de los cuatro chalados de la CUP, nunca creyeron que la UE se les iba a poner enfrente, y sin fisuras. Ni un solo país les dio amparo, si exceptuamos esa broma que es la judicatura de un Estado semi-fallido como Bélgica. Y este segundo error es el que ha llevado al ratón Puigdemont a creerse que podía pasearse por Europa como Pedro por su casa, sin darse cuenta de que la ratonera estaba activada desde Finlandia a Gibraltar. Mas el primer y grandísimo error de los separatistas fue pensar que el Estado nunca conseguiría la unidad política suficiente para aplicar el artículo 155 de la Constitución... y es que hasta el inestable Pedro Sánchez, paradigma del "nuevo socialismo", se acabó sumando a la intervención, olvidándose, de paso, de la "nación de naciones" y de las veleidades de un PSC derrotado en las urnas catalanas el 21 de diciembre.
Después de que esa carraca llamada Puigdemont haya dejado de sonar, ¿qué van a hacer los separatistas? ¿Seguir subidos a ese enloquecido tractor gerundense o bajarse y caminar como los demás mortales? Si escogen seguir en el tractor, habrá elecciones, y es de esperar que de sus votantes una cantidad significativa abandone la locura, y en ese momento se acabará esta huida hacia ninguna parte. Y al fin, los catalanes podrán hablar entre ellos y con los demás españoles.