Firmas

En manos de los jueces

El expresident catalán Carles Puigdemont. Foto: Efe.

Parecían desnudos, pero ha sido el auto que el viernes 23 publicó el juez Pablo Llarena el que les ha dejado con todas sus vergüenzas al aire. Solo por eso debería ser texto de lectura obligada para todos los ciudadanos. Valiéndose de un lenguaje accesible para legos en materias jurídicas, el magistrado no ha dejado cabo suelto en la minuciosa reconstrucción del golpe. Comenzó en 2012, no ha terminado y parece lejos de acabar. En cuanto los independentistas tomen los resortes del poder de nuevo, volverán a intentarlo.

El auto retrata sin piedad a todos los protagonistas de la vida política española y ayuda a entender los acontecimientos que en estos días se suceden. Dice el juez que los independentistas hicieron caso omiso a la sentencia del Constitucional que anuló la Declaración de Soberanía aprobada en 2013 en el Parlamento catalán y apenas unos meses después, ya en 2014, pusieron por escrito su hoja de ruta en el Libro Blanco de la Transición Nacional de Cataluña, que Artur Mas presentó con alharacas. Ahí está todo. Son dieciocho informes y Llarena confirma que "no era la independencia la consecuencia de una falta de negociación con el Estado, sino el objetivo que pretendía alcanzarse en todo caso". Es decir, por la vía del pacto preferiblemente, pero si no era así, por la fuerza, la independencia era el fin. Lo escribieron hace cuatro años, pero por aquel entonces en Madrid no se quería leer, lo que estaba de moda era el diálogo. Tanto la vicepresidenta, como los partidos de oposición, que nunca hubieran consentido otra cosa que el hablar por hablar, todos prefirieron llevarse a engaño. Solo los golpistas fueron fieles a su palabra. Y la mantienen. Lo hemos visto en la calle, y está también consignado en su Libro Blanco: "El apoyo de la sociedad civil movilizada podría constituir igualmente un factor decisivo". La violencia de los últimos días no es fortuita ni casual. Ahora, en ese ambiente de presión, tratarán de investir a Carles Puigdemont tras modificar la ley que les permita el voto telemático. Contarán, esta vez sí, con el voto de la CUP. Y el Gobierno estará con las manos atadas porque, como también explica el juez, "no ha sido el artículo 155 de la Constitución lo que ha interrumpido el desafío independentista". No, porque solo se ha usado para convocar elecciones y gestionar el día a día rutinario de la vida administrativa. No, porque ha dejado manos libres al parlamento desde el que Roger Torrent, el presidente que trata de erigirse en líder en esta nueva fase del desafío, pretende nada menos que conformar un amplísimo frente común -en sus propias palabras- desde el que plantar cara al Estado.

Afortunadamente, la Corona se ha mostrado firme en su defensa del orden constitucional. Por fortuna, ante la dejación de su responsabilidad que han hecho el poder ejecutivo y el legislativo, estamos ya en manos de los jueces. Quizá no lo querían, pero no les han dejado alternativa.

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