
El ámbito corporativo de los últimos meses en nuestro país se ha caracterizado por la continua rumorología sobre el futuro de Abertis. Todo empezó hace más de diez años, cuando por aquel entonces la concesionaria española y la empresa italiana Atlantia estuvieron muy cerca de rubricar una fusión, que acabó sin cerrarse, por los continuos obstáculos impuestos por el Gobierno italiano, y que finalizó con la venta por la concesionaria española del 6,68 por ciento del capital que por aquel entonces tenía sobre la empresa transalpina. Sin embargo, el pasado mes de abril, se confirmaron los primeros acercamientos preliminares entre ambas, con el consiguiente ascenso bursátil de la española, al calor de una oleada de optimismo, que acabó rubricándose en una primera oferta pública de adquisición a un precio de 16,5 euros por acción, quedando ligeramente por debajo de su cotización en el mercado, que superaba ya la barrera de los 17 euros.
El temor gubernamental a perder algunos activos estratégicos, como es el control de Hispasat (controlada en un 90,07 por ciento por Abertis), y la confirmación de la constructora ACS por realizar una contraopa sobre la misma, a través de su filial alemana Hochtief, contando con todo el apoyo posible desde Moncloa, dejaba camino libre a una importante revalorización en sus acciones para alegría del inversor, ante un escenario de desgaste que sugiriese una continua mejora en sus respectivas ofertas.
De hecho, tras vivir una revalorización del 39,5 por ciento durante el pasado año, con el impulso alcista del inicio del presente ejercicio la firma llegó a cotizar en sus máximos históricos, en el nivel de 19,75 euros por acción. Pero tras un último movimiento de la compañía italiana de ofrecer una subida del 10 por ciento del dividendo por acción, lo que intentaba proporcionar un mayor atractivo en su oferta de cara al accionista de Abertis, conocimos por sorpresa el acuerdo entre ambas compañías para la creación de una empresa común y así lanzar una oferta conjunta por su control.
Esta oferta, que se ha realizado al mismo precio que la última realizada por la compañía, valorada en 18,36 euros por acción, ha modificado únicamente las condiciones de pago, siendo íntegramente en efectivo. Descartada por el momento una tercera empresa interesada en mejorar esa oferta, a día de hoy sabemos que en el momento que la CNMV dé su aprobación, los accionistas tendrán un periodo no superior a 30 días para aceptar la opa realizada.
A partir de este momento, la complejidad de la operación ha facilitado la aparición de las partes más interesadas. La actual estructura del accionariado de la concesionaria española se configura de una participación del 21,55 por ciento del grupo Criteria Caixa, y un 78,55 por ciento de free float, donde destacan gigantes como UBS y Black Rock entre otros, además del conjunto de inversores minoritarios, grupo que apenas asciende al 15 por ciento del capital.
Estos últimos han sido los más críticos con la gestión de la directiva actual, tras haberse diluido sus esperanzas de encontrar un nuevo caso Endesa. Por aquel entonces, la compañía eléctrica acabó aceptando una tercera opa realizada sobre sus acciones, en este caso por la también italiana Enel, que realizó una última oferta de 41,3 euros por acción, doblando prácticamente la primera oferta realizada por Gas Natural, entonces valorada en 21,3 euros y subiendo la realizada en segundo lugar por la alemana E.ON, ofrecida a un precio de 27,5 euros por acción.
El desenlace en estos momentos parece ya cercano, si ningún acontecimiento aislado lo interrumpe, ofrecerá sinergias significativas a ambas entidades. Durante los últimos años, la concesionaria española ha dado pasos relevantes para centrarse particularmente en el negocio de las autopistas, terminando el ejercicio pasado con volúmenes de tráfico por encima de las perspectivas, en regiones clave para el grupo. Especialmente positivo ha sido este impacto en España, Brasil, Chile e Italia, mientras que en Francia, su actual joya de la corona, que actualmente aporta el 30 por ciento de los ingresos totales de la compañía, la evolución ha sido a un ritmo relativamente inferior.
Así, por tanto, si la oferta es aceptada, como previsiblemente será, quedará por ver el reparto de la empresa. En principio, Atlantia se podría beneficiar del territorio italiano, y francés, hecho que impulsaría su reciente movimiento de compra del Eurotúnel. Mientras tanto, la constructora española podría verse doblemente beneficiada. Por un lado impulsaría su crecimiento en América del Sur, donde sigue generando importante beneficios a través de sus proyectos fotovoltaicos y energías renovables y, por otro lado, expandiendo su negocio en Norteamérica, viejo anhelo de la concesionaria.