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Xi Jinping: propuesta explosiva en China

  • El mundo tendrá que lidiar con el poderoso líder durante mucho tiempo
Xi Jinping. Foto: Efe.

Xi Jinping, percibido en su día como un candidato gris de transición, pone definitivamente al descubierto su ambición.

El Partido Comunista de China rompe con la práctica de la transferencia ordenada del poder. El Comité Central del PCCh recomienda eliminar el límite de dos mandatos para el presidente y el vicepresidente. No cabe duda de que la Asamblea Popular Nacional va a aceptar esa recomendación; nunca ha rechazado una moción.

El sistema fue introducido por el arquitecto de la reforma nacional, Deng Xiaoping. Fue el resultado de las lecciones aprendidas de los excesos cometidos durante la era de Mao Zedong. Con su ilimitado poder, impulsó proyectos catastróficos como la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante. Su despotismo abrió profundas heridas. Se pasó a considerar que nadie debería jamás tener tanto poder como Mao. Y que el liderazgo debía ser ejercido por la colectividad.

Xi ha concentrado en su persona tantas responsabilidades que The Economist lo ha bautizado "Presidente de todo" en una de sus portadas. Podrá ahora mantenerse en el poder más allá de su segundo periodo, que termina en 2023. El enaltecimiento de su figura fue el principal resultado del XIX Congreso celebrado en octubre, en el que ya se desafió la tradición, al no nombrar un sucesor obvio.

La medida le permitirá gobernar de forma ilimitada y tener mayor influencia sobre los mecanismos de poder y la economía. Esto sucede cuando China parecía haber dejado definitivamente atrás el culto a la personalidad de la era Mao.

Xi se ha convertido en la figura dominante de la política china y cuenta con la lealtad de partido, ejército y élite empresarial. La foto de Xi aparece regularmente en carteles por todo el país, y su apodo autorizado - "Papa Xi" - aparece en canciones oficiales.

El mes pasado tuvo lugar la celebración del nuevo año lunar chino. Este evento marcó asimismo el inicio de la "nueva era del pensamiento chino" promovido por Xi. Se estima que unos 800 millones de sus conciudadanos sintonizaron la gala anual.

Desde el inicio de su mandato en 2013, Xi empezó a cambiar las cosas. Impulsó una campaña anticorrupción que disciplinó a más de un millón de miembros del partido por corrupción, generalmente por aceptar sobornos o por mal manejo de recursos públicos. Por otra parte, sometió a los indecisos y aprovechó esa campaña para eliminar a sus principales rivales políticos.

Demostró su visión política con grandes planes, como el de acabar con la pobreza del país antes de 2020. O megaproyectos como el de la Nueva Ruta de la Seda.

Además el Comité del PCCh ha insistido en la inclusión en la Constitución del pensamiento político de Xi sobre el mencionado "socialismo con características chinas en una nueva era". Con toda probabilidad, esta propuesta también se aprobará. En la práctica, esto significa que nadie dentro del partido puede tener más autoridad que Xi. Sus ideas se situarán en el mismo nivel que las de históricas figuras como Mao y Deng.

Se fundamenta la decisión en la necesidad de "un liderazgo estable, fuerte y consistente" de 2020 a 2035. Pero incluso si se acepta el argumento de la estabilidad y la continuidad de las reformas, a largo plazo la incertidumbre sobre las reglas para la sucesión pueden tener consecuencias negativas.

Los censores activaron su maquinaria y cualquier comentario crítico desapareció de las redes sociales. No obstante, durante dos horas se pudieron ver algunas opiniones negativas en la página web del diario del Ejército que ha sido uno de los sectores más afectados por las reformas anticorrupción. Algunas personas cuestionaron la falta de debate sobre la propuesta e incluso sugirieron que China podría estar yendo hacia atrás.

En los últimos treinta años, China había logrado avanzar hacia un sistema de contrapesos, reforzando su marco institucional por encima de los personalismos. Este paso encumbra un liderazgo - posiblemente vitalicio - que no se ha caracterizado por la defensa de los derechos humanos, la libre expresión ni nada de lo que Occidente considera libre y democrático.

Cuando Xi intenta posicionarse como el gran defensor del libre mercado global y situar a China en el lugar de primera potencia económica la decisión es cuando menos inquietante. Parece que el mundo tendrá que acostumbrarse a lidiar con el poderoso líder durante mucho tiempo. De momento, China mantiene un desarrollo pacífico y cumple con las convenciones internacionales. Sin embargo, no se sabe cómo gestionará los conflictos cuando sea aun más fuerte. Entre ellos, las tensiones en el Mar de China Meridional y la relación con sus vecinos, incluido su apoyo al régimen norcoreano.

Hay que estar muy atentos a lo que va a suceder en China a partir de esta semana.

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