
Queda mucho para las elecciones generales. Quizás más de un año. Primero vendrán la municipales, luego autonómicas, o viceversa. El problema catalán seguirá enquistado de una u otra manera. Y el Gobierno del País Vasco tratará de sacar las ventajas que pueda, lo que incidirá aún más en el motor del cambio. El PP, con su actual dirección al frente, creído en que la economía lo cura todo, seguirá con la estrategia actual: mejor no hacer mudanzas. Un proceso que continuará sesgando sus bases electorales. El PSOE, incapaz de cambiar, seguirá durmiendo al lado de Podemos, sin estrategia. Solo un "cisne negro", que no se ve en el horizonte, mantendrá la confianza en el bipartidismo basado en un imperfecto sistema bipolar que ya está roto. Mientras, Ciudadanos esperará recoger los votos que ya en masa se preparan a dejar el PP para ir allí, y aquellos del PSOE que basculaban antaño dentro del bipartidismo.
Por supuesto, la estrategia de esperar a que las cañas dejen de estar movidas por los vientos actuales y vuelvan a mantenerse erguidas, no dejará de ser una entelequia. Basta ir por los ambientes que votaban en masa al PP para ver como todo está cambiando. El Partido Popular va perdiendo adeptos por momentos. Lo saben perfectamente aquellos cuadros del partido que se ven incapaces de mover una dirección inamovible. No será como dicen algunos la corrupción lo que motivará el cambio. El voto del miedo es lo que ha desaparecido. Y muchos, jóvenes y menos jóvenes, ya miran a Ciudadanos como el lugar donde poner sus esperanzas de cambio, aunque el cambio no llegue nunca. Aquello de más vale malo conocido que bueno por conocer no está en el ambiente. El problema es que los dirigentes políticos están poco en la calle. No van, por supuesto, en Metro; y desde los despachos o las discusiones parlamentarias no se es capaz de ver la realidad. Tampoco desde las tertulias políticas, siempre un apéndice de lo que sucede en las cúpulas de los partidos.
Al PP y también al PSOE los está acorralando España. Como se suele decir: no están sabiendo leer el partido, y la comodidad de los sillones directivos no suele ayudar en estos casos. En el ala más a la izquierda pasa otro tanto. Ahí sólo irán los muy convencidos o los que han dejado de reflexionar sobre la realidad ante los problemas que siempre crean las ideologías estáticas. El sustrato ideológico español no está a la izquierda, está en la social democracia, lo que siempre se ha situado en el centro del espacio político. El ciudadano español, en general, se siente europeo y se siente español, considerando la España plural con sus diversidades. La mayoría de la gente, si se puede hablar así, no quiere problemas identitarios, quiere tranquilidad y vivir lo mejor posible. Ellos y sus hijos. Los extremos siempre se dejan para los extremismos, sean políticos, sociales e incluso deportivos. El español es europeo, cosa que parece que muchos políticos actuales olvidan. Y ser europeo es ser de centro. Los europeos están en el centro político: quieren buenos servicios, seguridad, economía del bienestar, en suma.
El cambio comenzó durante la pasada legislatura. No la corta legislatura, sino la anterior. El PP tuvo su oportunidad de cambiar lo que no funcionaba. Tuvo mayoría absoluta en las comunidades autónomas, en los principales ayuntamientos y en el Gobierno de la nación. Creyendo que la economía lo arreglaba todo, al final, perdió su oportunidad. Y cuando se va cuesta abajo es muy difícil dar la vuelta y comenzar a subir. En el otro lado, el PSOE, también perdió su opción. No fueron capaces de articular con Ciudadanos una alianza social demócrata. Pesaban demasiado los lastres de una izquierda ya trasnochada. De ahí que Ciudadanos, entendiera lo que España se jugaba con Cataluña. Solo, como suele ser en estos casos, entendió que la política se hace incitando un cambio político. Dejar los problemas al poder judicial es frenar las decisiones. La política debe ser ágil para entender lo que quiere la mayoría de los ciudadanos; y eso no pueden hacerlo los jueces. El problema de España hoy no es un problema que se pueda resolver desde la abogacía del Estado, ni desde el Tribunal Constitucional. Lo que sucedió con el Consejo de Estado no hace muchas fechas fue un serio aviso: los juristas no son los encargados de resolver problemas que no son estrictamente jurídicos.
Mucho tendrán que cambiar las políticas actuales, y mucho tendrán que cambiar los dirigentes para que el PP pueda volver a la senda de ser el partido que buscan los votantes de ese grupo que se entiende como centro derecha. Y mucho tendrá que hacerlo el PSOE en la misma dirección para volver al centro político. El lastre de sus alianzas de izquierda pesará, y mucho, en los votantes de centro. Parece que la suerte está echada: el bipartidismo está roto, y el nuevo centro se va acercando a Ciudadanos. Veremos si lo saben capitalizar. Dos años sin Presupuestos se perciben imposibles. Las elecciones están más cerca de lo que pensamos.