Firmas

No somos todos

Este sábado el periódico El Mundo ha publicado un entrevista con el historiador Enrique Moradiellos, premio nacional de Historia y catedrático de Historia Contemporánea. En el curso de la entrevista, refiriéndose a Catalunya dice, "me parece un gran misterio como una nación culta y europea pudo pensar en el delirio de que iban a ser los daneses del sur."

No, no fue la Catalunya culta y europea la que enloqueció. Más de dos millones de catalanes formamos parte de esta Catalunya culta y europea. "Seny", sentido común. Unos cuantos más que los que militan en el independentismo. Y Catalunya no es propiedad de los partidos independentistas. Aunque vendan la imágen de que esto es así. Y hagan mas ruído. Y hayan contado durante muchos años con el clientelismo y las servidumbres que genera el poder. El pueblo, con algunas excepciones, siempre está con las inercias y la obediencia del que manda. Y más si el que manda alienta con los sentimientos y el corazón a las masas para que se lancen a aventuras imposibles.

Moradiellos habla de "un gran misterio", esto es cómo puede explicarse que se llegara a asumir que los catalanes, "iban a ser los daneses del sur". Pues, de misterio, poco. No es la primera ni será la última vez que se haya producido un engaño monumental con el fin de ganar unas elecciones. La historia europea cuenta con ejemplos lamentables, que no voy a citar porque están en la mente de todos.

El pueblo abrazó el carisma de un líder, un programa electoral, que desembocó luego en un desastre. ¿Se ha engañado al pueblo catalán haciéndole creer que la independencia era posible? Sin duda. ¿Se ha engañado al votante, exclamando que la República iba a conducir al mejor de los mundos? ¿Se ha superficializado el sueño independentista, hablando de las bonanzas y nunca de las dificultades?. Evidentemente. Pero lo que ha sucedido no es una novedad. La escasa memoria y la buena fe del pueblo son proverbiales. La manipulación más absoluta.

Y escarbando un poco más en las raíces de lo que sucede, sí que hemos de asumir los catalanes, que somos tributarios de la herencia pujolista. El nacionalismo monopolista de Pujol a lo largo de tantos años, ha generado estas tan tremendas consecuencias. Moradiellos también habla de la división en Catalunya, comparándola con la división en el 36 que comprendía a todo el Estado. A día de hoy pienso que la división que sufrimos, -y digo sufrir con clara conciencia de ello-, no tiene solución. Que la brecha que se ha abierto en la ciudadanía es tan enorme, que las posiciones están tan radicalizadas, que los esfuerzos que puedan hacerse para remediar el problema y volver a la unidad, serán baldíos.

Sí, Moradiellos, somos una nación culta y europea. Lo seguiremos siendo. Y los catalanes muchos, muchos, no estamos somatizados por ningún credo que desemboque en el delirio. Y mucho menos tenemos interés en ser la Dinamarca del Sur.

Vamos a resistir. Y en política todo es posible.

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