
El futuro es de usar y tirar. Los gurús prevén que el modelo productivo en ciernes pasa inexorablemente por la prestación de servicios al consumidor, ya no por la posesión de bienes. Siempre se fabricará, pero el útil dejará de pertenecer al potencial consumidor, más interesado en que aquél esté sometido a una permanente actualización.
Es la primera consecuencia de la llamada transformación digital que alcanza a la práctica totalidad de sectores económicos, si acaso a todos. Es el resultado de la innovación como filosofía de comportamiento: innovar o morir. E innovación es, como apunta la periodista Marta García Aller en su último libro, 'El fin del mundo tal y como lo conocemos', la victoria del servicio frente a la propiedad.
Se verá antes de lo que creemos en el sector de la automoción. ¿Para qué poseer un vehículo que se devalúa desde el minuto uno no solo en precio, también en comodidades? Los nativos digitales no tienen problema con la propiedad. No es que la rechacen, es que ya disponen de lo básico de ella a través de sus padres, y observan que no tienen por qué hacer el esfuerzo de aquellos por adquirir útiles como la portentosa y cara librería de caoba del salón, que, después de quince años ahí anclada, apenas asombra ni a los invitados, y que, para mayor escarnio, soporta volúmenes en papel que caben en un pen drive del tamaño del dedo meñique.
El emprendimiento futuro, que no es sino la actividad empresarial de toda la vida adornada de tecnología, se centra ahora en lo útil, pero no en el útil. El fenómeno de las startups, paradigma del emprendimiento de hoy, es solo vapor de agua concentrada en lo que llamamos nube; pero vapor no quiere decir humo baldío, se trata de una prestación no material, pero que contiene innumerables ventajas para el potencial consumidor en forma de servicios.
El útil tiene asegurada su presencia en nuestra vidas, obviamente: todos necesitamos sentarnos en una silla o usar un cuchillo para cortar nuestro filete preferido, pero quién me garantiza que tal utensilio no sea en el corto y medio plazo obra exclusiva de un robot, ese otro revelador ámbito empresarial del futuro/presente ¿Acaso una parte considerable del proceso de construcción de los vehículos que usamos no son ya competencia de máquinas, si cabe, más precisas que la mano humana?
Se verá -y no habrá que tardar mucho, pues la innovación de hoy es casi prehistoria mañana- cómo la obra emprendedora en ciernes afrontará la progresiva ausencia de seres humanos en buena parte de las tareas productivas.
Porque ¿quién no asegura al lector que incluso estas líneas no las esté escribiendo ya un androide, más o menos cultivado? Ciertamente, son muchos escenarios y conceptos, y todos nuevos: la dicha nube como fábrica, el big data como fuente de recursos, el salario universal para una masa de ciudadanos que serán sustituidos por simpáticos robots -el dron repartidor de pizza está al caer, o el taxi sin conductor.
En eso trabajan ya los emprendedores millennials para satisfacer las necesidades de sus sucesores, los de la generación Z, esos 'jóvenez' que se incorporan estos días a sus primeros empleos y que liderarán las compañías en un par de décadas.
Son los que nacieron en red, se desenvuelven en ella y nos introducirán a todos a pico y pala, si es preciso. Ya no le vale al emprendedor de hoy, pero aún menos al empleado por cuenta ajena, aquello de "lo digital no va conmigo, yo siempre he trabajado así y así me va bien y bien a la empresa". Puede que hasta ayer sí, pero quizá no después del fin de semana.
El mensaje de la Administración
Las administraciones públicas y las asociaciones profesionales, sabedoras de lo que viene, se empeñan en convencer a la población empresarial de la urgente necesidad de ponerse al día, de que digitalizar sus procesos no se reduce a abrir una web o un blog, sino que comprende algo más.
Pero no termina de calar el mensaje, como prueba que una mayoría abrumadora de pequeñas y medianas empresas están aún preguntándose si la adaptación digital les va a reportar tanto beneficio como oyen por ahí. Mala cosa si la concienciación camina un paso por detrás.
Entre tanto, el emprendedor millennial acuerda sotto vocce con el 'Z' el nuevo escenario, tanto el de las necesidades de consumo como el de los puestos de trabajo por venir; un contexto en el que los de las Generación Y ya aparecen como unos anticuallas. No digo más los que oían a Supertramp.
Luis Miguel Belda, Profesor y DIRCOM del Grupo CEF.- UDIMA