
Apunto de cumplirse el primer aniversario de la llegada efectiva de Donald Trump a la Casa Blanca, el 21 de enero, un somero análisis de las relaciones económicas y comerciales entre España y la primera economía mundial permite concluir que nada, o muy poco, ha cambiado y que con Trump o sin él, la apuesta por Estados Unidos es prioritaria para la Administración y las empresas españolas.
Al margen de las excentricidades, excesos verbales y falta de tacto diplomático, los resultados económicos de su gestión, con un PIB creciendo a tasas del 3% y el paro en su nivel más bajo desde el inicio del presente siglo, son argumento suficiente para corroborar que el gigante norteamericano sigue siendo importantísimo para nuestras empresas, porque las oportunidades siguen estando ahí.
Incluso los temores iniciales que suscitó la clara apuesta de Trump por una vuelta al proteccionismo comercial, aunque no se han disipado, parecen momentáneamente mitigados por los hechos. La paralización del TTIP (el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones) con la UE, la salida de EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y la propuesta de revisión del tratado de libre comercio con México y Canadá, el Tlcan, apuntan más que a un cierre de mercados a un cambio de escenario para sustituir el multilateralismo que ha presidido las relaciones comerciales a nivel mundial en los últimos años por un nuevo bilateralismo, en el que los acuerdos de liberalización comercial se negocien país a país y no por bloques.
No podemos olvidar que, con Trump, Estados Unidos sigue siendo un miembro destacado de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y eso hace que su capacidad para imponer políticas proteccionistas sea reducida, entre otras cosas porque el tener un sistema de comercio internacional basado en reglas y en acuerdos es una garantía de que ningún país pueda iniciar unilateralmente una guerra comercial. En el plano bilateral las relaciones entre Estadso Unidos y España son excelentes, tanto a nivel político como económico, con un elevado dinamismo de los flujos comerciales y de inversión y mucho potencial de crecimiento, dado que la presencia española está aún lejos de la que tiene en economías similares.
EEUU es el principal socio comercial de España fuera de la UE y el sexto destino de las exportaciones españolas de bienes, aportando un 4,5% del total, Es también el quinto proveedor de España, con algo más del 7% de las importaciones totales españolas. Además, es el primer inversor en España en términos de stock, con el 14,3% del total, según los últimos datos definitivos disponibles, y es el segundo destino de la inversión española, con el 14% del total.
La posición de inversión de España en EEUU se sitúa ya por encima de los 60.000 millones de euros, indicando la apuesta que las empresas españolas vienen realizando por este mercado.
En el sector de infraestructuras, el sector privado español está participando en la ejecución de proyectos de gran envergadura y en el periodo 2012-2016 las compañías españolas han conseguido contratos de obras y de servicios en EEUU por un valor que está en torno a los 26.000 millones de euros.
Añadido al importante efecto económico, el empeño en ampliar nuestra relación comercial y de inversión tiene un impacto real en los ciudadanos españoles y estadounidenses. Así, la cooperación en materia de seguridad es otra área fundamental. La presencia de bases norteamericanas en territorio español y la formación conjunta entre nuestras fuerzas armadas que estos despliegues permiten, contribuyen directamente a la seguridad a largo plazo de los ciudadanos de ambos países.
También es excelente la colaboración entre los cuerpos de seguridad y de inteligencia para combatir el narcotráfico, la delincuencia organizada y el terrorismo. A todo esto hay que añadir la colaboración en la exploración del espacio y la prestación de asistencia humanitaria para hacer frente a crisis en el mundo.