
Un texto publicado por Lord Altrincham contra la Familia real británica llevó a la reina Isabel II, por entonces una treintañera, a cambiar ciertas cosas, como se recoge en la serie 'The Crown'.
Ese aristócrata sostenía que la institución no sobreviviría a menos que cambiara, y la monarquía adaptó muchas de sus sugerencias, como por ejemplo, que el discurso de Navidad de la reina fuera televisado en lugar de radiado.
En España, la tradición del mensaje navideño la inició Franco en 1937, en plena Guerra Civil. Juan Carlos I mantuvo la costumbre. Es de suponer que este año el programa de televisión más visto sea el discurso del Rey, que nos deseará felicidad, transmitirá su esperanza de que 2018 sea mejor, recordará a los que han sufrido, a las víctimas de los atentados de Barcelona
y otros horrores, y es posible que dé otro 'zasca' real a quienes buscan romper la unidad de España. Sobre todo por esta razón, las reflexiones del monarca se aguardan con más expectación. Sin embargo, el último mensaje real tocó suelo histórico con 5.822.000 espectadores y un 57,6% de cuota. Felipe VI había debutado en 2014 con una media de 8.241.000 espectadores y 73,4%. En 2015 bajó a 6.666.000 (65,1%).
El domingo, las palabras del soberano llegarán después de acontecimientos tan notables como las elecciones del jueves en Cataluña, la lotería del viernes y el clásico del sábado (a la una de la tarde). Buenos teloneros tiene Felipe VI, pero, ¿qué pasaría si se modernizara en algo esta tradición? Tal vez la Reina, experta en ponerse frente a las cámaras, pudiera compartir con su marido al menos el escenario. ¿Tendría más audiencia?