Firmas

Lecciones de Periodismo, enfermedad hereditaria

El nuevo programa de sucesos de laSexta es criterio y oficio. El dato de audiencia confirma que entretener e informar con rigor es compatible. Nadie ha contado lo de la Manada tan bien. El periodista Manuel Marlasca lleva en su ADN ese periodismo que nace de la obsesión patológica (y hereditaria) por relatar lo que pasa, enfermedad que le dejó su padre.

El mío, que era actor, necesitaba contar películas y leía compulsivamente Los episodios nacionales, fascinado por el desolador universo moral de nuestra historia. Siempre había un tomo rojo de Aguilar por ahí. Pero se tragaba también hechos reales, como Viven. La tapa con el avión destrozado en la nieve me llevó a leerlo y me impactó. Una vez, años después, lo comenté con Manuel Marlasca padre en el diario Ya.

Me dijo que la novela era "una mierda", pero que le hubiera gustado estar allí para contarlo. En uno de los locos sucesos que cubrí para él, una explosión de butano, creo que en San Blas, llegué a la casa sin fachada antes que los bomberos. Era como la del cómic de 13 Rue del Percebe de Francisco Ibáñez, pero de mal rollo. Un vecino de 60 años apareció con la cara morada, y el pelo desaparecido hasta casi la nuca, mitad Yul Brynner, mitad Joaquín Luqui.

Llevaba un libro chamuscado en la mano derecha. Andaba sin sentido y en línea recta, y repetía: "Déjame morir con los labios pegados a los tuyos". Ya en el periódico, Marlasca (el director) se sentó a mi lado y al ver en pantalla lo que yo iba escribiendo me preguntó si sabía qué libro era. "No lo he visto, estaba medio quemado", me disculpé. "Era La Montaña Mágica, de Thomas Mann", me dijo. Entonces leí la novela.

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