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Europa agota su presupuesto

  • El gasto público de los grandes países de la UE sigue siendo elevado
  • De la UE, sólo Chipre, Malta, Alemania y Suecia llegan a Navidad en positivo
Imagen: Dreamstime.

A primera vista, el martes 7 de noviembre no dio mucho que hablar. Priti Patel intentó conservar a la desesperada su trabajo pero resultó ser en vano. Donald Trump se soltó la lengua en un viaje a Corea del Sur. Se rumoreó que Manchester City quería comprar un futbolista increíblemente caro y alguien en algún lugar se quejó inevitablemente del Brexit. Todo dentro de lo normal.

Sin embargo, para los amantes de la calculadora ocurrió algo interesante: Francia se quedó sin dinero. El 7 de noviembre todo el dinero que el gobierno recauda en impuestos (y, tratándose de Francia, son muchos) se había gastado. El resto del año tendrá que apuntarlo en la cuenta.

Francia no es ni mucho menos la única. Todos los grandes países europeos, Reino Unido incluido, se están gastando los ingresos fiscales mucho antes de que acabe el año. Y eso es preocupante por tres motivos: nos recuerda que el gasto sigue siendo muy alto, nos dice que los gobiernos no han controlado su déficit y nos avisa de que en la próxima recesión no tendrán margen de maniobra para impulsos fiscales.

Hay muchas formas mordaces de señalar que los gobiernos se están gastando mucho más dinero del que recaudan con los impuestos. Los economistas y estadísticos recurren a los manidos índices deuda/PIB y los ministros de economía fijan objetivos de reducción del déficit. Por lo general, vienen en porcentajes complicados o los miles de millones asignados se acumulan con tal rapidez que a la mayoría se nos quedan los ojos en blanco y pensamos en otra cosa.

En Francia, el Institut Molinari ha ideado una manera ingeniosa de ilustrarlo en términos sencillos. Averigua el momento en el calendario después del cual todo lo que haga el Gobierno deberá financiarse con préstamos. Si quiere, lo podemos llamar el día en que se acaba el dinero.

¿Y cómo va? Pues Francia, quizá no le sorprenda, resulta ser el país que se quedará sin liquidez. El gobierno, que consiguió por última vez equilibrar los libros allá por 1980, se había gastado todo el dinero el 7 de noviembre, con 55 días por delante que deberán financiarse con más deuda. Fue un día antes que el año anterior y cuatro que en 2014. Francia no sólo vive por encima de sus posibilidades sino que lo hace cada vez a un ritmo mayor.

Y eso pese al hecho de que los impuestos y las cargas de la seguridad social también han subido. En efecto, con esos importes combinados, el estado amasa nada menos que el 53% del PIB en ingresos; el problema es que después se gasta un increíble 56% del PIB en el mismo periodo.

Pero no ha sido ni mucho menos el único en su despilfarro. España se quedó sin dinero el sábado. Allá en Rumanía la cuenta del banco marcó cero ayer lunes. La semana que viene será Polonia, seguida de (sorpresa) Italia, que se quedará oficialmente a dos velas el 26 de noviembre. En el Reino Unido la situación es algo mejor que la de sus vecinos, pero tampoco es para alardear. Los políticos se habrán gastado oficialmente todos los impuestos de la renta, de sociedades, IVA y tasas de combustible que nos cobran el 7 de diciembre.

En Europa en general, los gobiernos centrales se quedarán sin blanca el 6 de diciembre. Sólo cuatro países de la UE consiguen llegar a navidad e incluso a nochevieja en números positivos. Son Chipre, Malta, Alemania y una sorprendentemente ahorradora Suecia que logra alcanzar el 20 de enero con los ingresos de 2017. Pero son la excepción. La norma es que el gasto supere con creces a los ingresos tributarios.

Por supuesto, no tiene por qué ser un problema. Muy pocas personas sostendrían que hay que volver a los días antes de Keynes, cuando cualquier déficit, incluso en las circunstancias más adversas, se creía una señal apocalíptica. En una recesión, tiene mucho sentido que los gobiernos pidan prestado un poco más y empujen a las empresas y a las personas al trabajo. Tampoco tiene nada malo necesariamente que el gobierno pida prestado para invertir, aunque mucho de lo que se "invierta" no reporte el rendimiento esperado.

Pero entre eso y un déficit enorme y persistente hay una diferencia. La economía europea, ayudada por varios billones de euros de dinero imprimido, marcha perfectamente bien este año. La UE en general está previsto que se expanda un 2,3 por ciento, el ritmo más rápido en una década. Los déficits no son una respuesta de emergencia a un bajón repentino porque están integrados en el sistema. Y eso es preocupante por tres motivos.

Primero, por toda Europa los gobiernos viven muy por encima de sus posibilidades. Francia podría ser la peor pero no es en absoluto la única. Los déficits no soportan una emergencia imprevista ni pagan inversiones que les ayudarían a crecer más deprisa en el futuro. Desde luego, los déficits más persistentes afectan a los sistemas de seguridad social (y muchos incluso empeorarían si se tuviera en cuenta correctamente el pasivo de las pensiones). ¿Es sostenible indefinidamente? Hace falta una fe heroica en los ministros de economía y los bancos centrales para creer que sí lo sea.

Después, aunque las economías se han recuperado en su mayoría de la crisis, los déficits siguen acumulándose y no hay planes de devolverlos. Los índices deuda/PIB suben como la espuma también. En toda la UE, el índice se sitúa en el 89 por ciento. Grecia presenta un alarmante 176 por ciento del PIB e Italia un 137 por ciento, mientras que Francia y España se encuentran a una fracción por debajo del 100 por ciento. ¿Cuándo se estabilizarán o incluso empezarán a reducirse? Por ahora, la respuesta es sencilla: nunca.

Por último, los gobiernos se han quedado sin margen para ninguna clase de refuerzo fiscal cuando venga otra recesión. La economía marcha perfectamente este año. No hay razón por la que no deba seguir así el año que viene y ojalá el siguiente también, pero es inevitable que haya un bajón en algún momento y podría producirse una crisis grave. Cuando suceda, es de esperar que el gobierno responda con más gasto pero le será imposible si ya está atrapado en déficits permanentes.

Desde ahora hasta finales de año, casi toda Europa vivirá de prestado. Por ahora es sostenible porque los mercados son benignos y el Banco Central Europeo sigue comprando bonos del Estado a mansalva pero es improbable que funcione para siempre. Tarde o temprano, toda esa deuda les alcanzará y por eso el 7 de noviembre marcó un hito mucho más importante de lo que podría haber parecido.

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