
Hasta el momento, el daño provocado en la sociedad catalana por el secesionismo es enorme. Ese daño no solo es mayúsculo, sino que tardará mucho en cicatrizar, si es que en algún momento llega a sanar. No hay conflicto entre Cataluña y España, como así pretenden hacernos creer los secesionistas, no caigamos en sus constante trampas. Las trampas sedicionistas, ilegales, ventajosas, supremacistas, xenófobas, cargadas todas ellas con el veneno de la maldad, maldad en estado puro y mentiroso.
El conflicto, el verdadero, el más lacerante, el que supone una auténtica tragedia, está dentro de la propia sociedad catalana; ese conflicto es la fractura social. Una fractura que para los que estos días nos desplazamos frecuentemente hasta aquella tierra, con tristeza la palpamos.
No soy, desgraciadamente y como pueden ver, nada positivo con lo que está ocurriendo, menos puedo creer que el día 21 de diciembre se acaba el peor de los sueños, el de los nacionalismo. Esa pesadilla, los nacionalismos, que en la historia de Europa durante muchos siglos nos ha marcado, lacerado, herido, cangrenado nuestro sistema de convivencia. Una pesadilla que ha dejado sangre por todos los rincones, llenando además los cementerios y dejando huérfanos, además de rencor y resentimiento.
El día 21 de diciembre, como les comentaba y centrándome ya en el aspecto económico, no supondrá el final de la pesadilla. Hemos asistido al final del primer acto del golpe del estado independentista. Eso sí, después de este primer acto ya nadie dudará de que las empresas se marcharán de Cataluña, tampoco las principales entidades financieras catalanas, menos aún que ralentiza el turismo, que contrae el consumo, que añade una inestabilidad a las previsiones de los inversores, que se quedarían fuera de la protección del BCE, lejos del paraguas de la Unión Europea. Bueno puede que todos los independentistas y que con sus medios de comunicación puedan envenenar nuevamente a buena gente, sin embargo esta vez será distinto. Lo será, porque ahora esa mayoría ha recuperado la voz.
Sin embargo, y aunque los ciudadanos silenciosos ya no abandonen la calle, en el aspecto económico el panorama es más sombrío aún si cabe. Las empresas que se han ido de Cataluña, negado por activa y por pasiva por Mas o Junqueras, va a ser muy difícil que regresen. Si no lo hacen esas empresas, pueden imaginar que los planes para invertir en ese territorio español, va a ser complicado. Ya saben aquello de que cuando la pasta dental se saca del tubo, volverla a meter dentro es tarea prácticamente imposible. En el pensamiento y comportamiento de los agentes económicos la inestabilidad, inseguridad e incertidumbre producen pánico y este no se borra fácilmente.
Después del 21-D se abren tres posibles escenarios: los independentistas ganan y forman Gobierno, hay un empate que imposibilita la formación de un ejecutivo estable ó por el contrario son los partidos constitucionalistas los que con acuerdos logran recuperar la Generalidad de Cataluña. Como digo, todos los escenarios son ya malos, especialmente para Cataluña y también, aunque en menor medida, para el territorio español. Sin embargo, el último escenario es el más bondadoso.
Lo es porque devolvería nuevamente a Cataluña a la legalidad, al menos a no cuestionarla. Es más un Gobierno estable, aún cuando haya diferencias entre los diferentes partidos constitucionalista y puntos de vista, podría servir de ariete para recuperar la cordura y corregir el envenenamiento existente en educación e información que actualmente existe en aquella comunidad autónoma, además de templar las aguas. Esta posibilidad frenaría o reduciría drásticamente la salida de empresas de Cataluña, algo básico para ir recuperando la estabilidad, la moderación, la certidumbre y la legalidad.
Desde luego que no supondría la activación de las inversiones que permanecen paradas, especialmente en el terreno inmobiliario, pero sería un paso adelante fundamental. Mucho menos revocar decisiones de cambio de sedes sociales y fiscales, en este sentido los comentarios comentados por los dos principales bancos catalanes son elocuentes. Recuerden no han salido temporalmente, han salido por una decisión estratégica. ¿Señor Mas nos puede explicar aquellas declaraciones donde decía que todo el mundo correría a establecerse en su comunidad autónoma?
Los otros dos escenarios extienden más que incertidumbre, pesadumbre. Que en estos momentos en Cataluña no pudiera formarse un gobierno al menos estable y dentro de la legalidad, el empate entre una de las dos facciones existentes en Cataluña es muy preocupante.
Si alguien quiere ver en declaraciones como que la DUI iba en broma, era para negociar u otras milongas se engañan a sí mismos. Marta Rovira, la sucesora en estos momentos del encarcelado Junqueras, lo ha dejando claro el viernes pasado al declarar que el Gobierno español hubiera utilizado la violencia ("muertes en las calles"). El nacionalismo necesita el conflicto pues no tiene otra forma de vida.
Los nacionalismos son tan solo parásitos como la tenia, que su razón de vida es tan sólo debilitar al sujeto que las alimenta. Aquí ni se pararía la salida de empresas, ni se esperaría nada. Mal panorama.
Queda un último escenario posible, el nacionalismo secesionista se hace con el poder. De este escenario, prefiero ni comentar, tan solo me remito a las numerosas mentiras ofrecidas por Mas, Puigdemont, los Jordis o Junqueras.