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Efectos del boicot a los productos catalanes: perjudica a los proveedores y beneficia al resto de empresas

Antes de la celebración del referéndum ilegal del 1-O, Cataluña era una de las regiones que más crecían económicamente de España. En concreto, entre septiembre de 2016 y el mismo mes de 2017, el PIB catalán creció un 3,6%. Por encima de la media de España, que mantuvo en este periodo de tiempo un crecimiento del 3,1%. Y sólo superado por la Comunidad Valenciana, cuyo crecimiento fue del 3,8%.

El mercado laboral en Cataluña, antes del 1-O, también experimentó un mejor comportamiento que el del resto de regiones españolas. El desempleo en Cataluña bajó interanualmente, es decir, desde octubre de 2016 a octubre de 2017, un 9,45%. Un descenso que superó a la media nacional, que lo hacía en un 8,34%.

En Cataluña se creaba más empleo que en el resto de España. Durante el mencionado periodo, la afiliación a la Seguridad Social creció un 3,76% en la región catalana. Mientras que en España, este crecimiento fue del 3,46%.

Del mismo modo y tomando como referencia los últimos años, Cataluña ha experimentado un crecimiento económico por encima de la media del resto de autonomías españolas. De hecho, tras lo peor de la crisis la recuperación económica en la comunidad autónoma catalana se estaba desarrollando de manera más rápida que en otras regiones de España.

Debacle tras el órdago independentista

Sin embargo, el órdago independentista ha entorpecido el ritmo de la recuperación en Cataluña, al deteriorar gravemente el entorno económico en esta región (y en España). Porque, el impacto del secesionismo en la economía catalana está siendo terriblemente pernicioso.

Tanto es así que el Banco de España ha alertado recientemente que el efecto económico del desafío independentista en el largo plazo será más nocivo en Cataluña que en las demás autonomías. En este sentido, el BdE estima que Cataluña podría entrar en recesión, al menos, durante el próximo año. Y, en el caso que la incertidumbre política continuase, la economía catalana podría correr el riesgo de sufrir un serio estancamiento.

Uno de los datos que confirman que se está conformando un pernicioso escenario económico en Cataluña es el relativo al repunte del desempleo en esta región. Como se conoció el viernes pasado, el paro aumentó en 14.698 personas en la autonomía catalana, el mayor incremento en términos absolutos de todas las comunidades autónomas.

El indicador relativo a la confianza del consumidor también cayó en octubre un 3,6%. En función de todo ello, la desaceleración económica en Cataluña, originada por el desafío independentista, se puede considerar un hecho.

Así, las principales organizaciones de perfil económico financiero están modificando a la baja las previsiones de crecimiento para Cataluña.

Los centros laborales siguen en Cataluña

Pero, a pesar de todos estos condicionantes, el PIB catalán también podría tener la posibilidad de recuperarse el año próximo. Sobre todo, si tras las próximas elecciones autonómicas del 21-D, los partidos constitucionalistas consiguen conformar una mayoría absoluta que consiga aportar seguridad jurídica y atraer inversión externa a Cataluña.

En un supuesto escenario político estable, protagonizado por un gobierno constitucionalista instalado en la Generalitat, un gran número de empresas que se han marchado de Cataluña podrían plantearse su vuelta a esta comunidad autónoma.

Recordemos que aunque muchas empresas hayan cambiado su domicilio social fuera de Cataluña (y algunas de ellas también el fiscal, tanto en cuanto a nivel legal no tienen que coincidir ambos domicilios), los centros de actividad laboral, las fábricas, etc., de las mismas todavía permanecen implantados en esta autonomía.

Por tanto, las empresas fugadas de Cataluña que quisieran volver a su región de origen únicamente tendrían que cambiar de nuevo el domicilio social. Esta vez, a la inversa.

Daños colaterales del independentismo

No obstante e independientemente de cual sea el resultado de las elecciones autonómicas, el secesionismo ya ha causado graves daños colaterales a las empresas catalanas.

Tanto si las empresas catalanas han cambiado su domicilio social a otras regiones españolas como si no lo han hecho, las mismas están sufriendo, o podrían sufrir en el corto plazo, un boicot comercial en España.

Porque, los consumidores españoles consideran que determinados directivos, máximos accionistas y fundadores de muchas de estas empresas son parte del movimiento independentista catalán. Por acción en determinados casos. Y, en la mayoría de ellos, por omisión.

Proveedores españoles perjudicados

El boicot a los productos catalanes podría desencadenar un efecto dominó, que afectaría negativamente a la economía de otras regiones españolas.

Debido a que un gran porcentaje de las empresas catalanas se sirven de otras empresas y autónomos ubicados en distintas comunidades autónomas, que actúan en calidad de proveedores.

Madrid, Aragón, Andalucía, Valencia y Galicia son las 5 autonomías con mayor número de empresas y autónomos proveedores de las empresas catalanas.

Los sectores productivos más afectados podrían ser el comercio, la industria y la agricultura, al ser los más dependientes de las empresas catalanas.

Empresas del resto de España beneficiadas

Por contra, el citado boicot a los productos catalanes también podría incrementar los beneficios de multitud de empresas competidoras, originarias de otras regiones de España. Estas empresas fabrican productos y diseñan servicios dotados de la misma o mejor calidad que los ofertados por las empresas catalanas.

Se trata de empresas cuyas marcas no gozan de un potente posicionamiento en el mercado a nivel nacional. Máxime, considerando que en determinados sectores, el liderazgo en el mercado español lo han ostentado de forma tradicional las empresas catalanas.

En consecuencia, la intención de compra de los consumidores españoles no se ha decantado, hasta la fecha, por los productos y servicios ofertados por estas empresas no catalanas.

De cualquier forma, estas empresas no catalanas se encuentran ante su gran oportunidad. Tanto para crear marca y, por ende, posicionarse en el mercado español, como para derribar el falso mito relativo a que Cataluña es la región empresarial por excelencia en España.

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