
Para un economista escribir en este diario resulta especialmente sugerente, porque desde él nos asomamos, a poco que se investigue sobre sus antecedentes, a capítulos esenciales de la historia contemporánea de España. Y eso me acaba de suceder en relación con las raíces de esta publicación, tras la lectura de la valiosísima aportación del profesor José María Serrano Sanz titulada Con el viento a favor. Asociación para la Reforma de los Aranceles de Aduanas, 1859-1869, publicada en la Revista de Historia Industrial, 2017, número 68, págs. 47-68. Y ese interés procede de mil motivos, uno de los cuales es siempre conocer más sobre cuáles pueden ser las raíces de creación de la realidad -en todos los sentidos- española en el ámbito de la Revolución Industrial.
Desaparecido, desgraciadamente, Ernest Lluch -recordemos esa maravilla que es su artículo "La gira triunfal de Cobden por España" que publicó en Recerques en 1996-, la sucesión corresponde para toda esa etapa del pensamiento económico, como moldeador de la realidad de los siglos XIX y primera etapa del siglo XX, al profesor Serrano Sanz, al frente de varios colaboradores. En este caso cita a Marcela Sabaté.
La pelea entre proteccionistas y librecambistas, a mediados del siglo XIX, se inició cuando apoyados por la difusión de ideas derivadas de la Escuela Clásica, como señala el profesor Serrano, "los librecambistas dominaron la escena" (pág. 97). Y respecto a El Economista, nacido en 1856, proporciona en la nota 18, págs. 51,52, una relación importantísima de sus aportaciones sobre el caso de Alejandro Mon, hombre clave del partido moderado, y que como sabemos fue una de las dos personas fundamentales de una reforma tributaria, por eso denominada "MonSantillán", que ha llegado viva hasta fechas muy próximas.
Además, Mon, como embajador en la Santa Sede, resolvió el contencioso derivado de la desamortización de Mendizábal, ese debate que había surgido entre la Iglesia Católica y el Reinado de Isabel II, contribuyendo así a desgastar al carlismo y afianzar la economía rural española. Pero ahora sabemos, además, gracias a este artículo, que en El Economista del 5 de enero de 1857, se anunciaba que "el Sr. D. Alejandro Mon ha aceptado la misión honrosísima que se le había confiado. ¿Cuál era ésta? Existía entonces un Gobierno Narváez precisamente -y eso debe subrayarse- y se le vinculó al Congreso Internacional de las Reformas Aduaneras para organizar en nuestro país una asociación en correspondencia con la Comisión Directiva de la internacional".
Mon, y ello es lógico por sus antecedentes políticos, no aceptó finalmente esa propuesta, pues la raíz de ella se encontraba "en las postrimerías del Bienio Progresista", cuando el Gobierno había enviado al Congreso Internacional para las Reformas Aduaneras celebrado en Bruselas en 1856, una delegación oficial en la que, por el Ministerio de Fomento, formaba parte nada menos que Laureano Figuerola, acompañado de Gabriel Rodríguez. Parece imposible no sostener que, a partir de ahí, se refuerza la organización del librecambismo español.
En este artículo quedan muy bien expuestas las raíces que, a partir de entonces, se encuentran debajo de la constitución de la Sociedad de Economía Política, pronto denominada Sociedad Libre de Economía Política. El papel de Mon, que me parece significativamente importante en cuanto curiosa relación de un moderado asturiano con el movimiento librecambista, palpita en estos párrafos de la pág. 52: "La urgencia de constituir una asociación específicamente librecambista estuvo presente desde el primer momento de la Sociedad (libre de economía política), el 2 de marzo de 1857".
Recordemos que justamente un siglo exacto después el ministro de Franco, Alberto Ullastres, reanudó la marcha para liquidar el modelo proteccio- nista que parecía algo enraizado para siempre en España. Colmeiro atribuyó a las muchas ocupaciones de Mon el que no se hubiera vinculado a la constitución de una Asociación claramente librecambista, opinando que estaba obligado a conservar parte del proyecto con el apoyo de Figuerola, a quien se consideraba iniciador de la reforma arancelaria española. Sabido es que los derechos aduaneros formaban parte del sistema fiscal español.
El 25 de octubre de 1857, volvió a Hacienda Alejandro Mon en un nuevo Gobierno del paso de Narváez a O'Donnell. Según El Economista, en la Junta de la Sociedad Libre de Economía Política de ese mismo día, "se acordó que nada menos que Colmeiro, Figuerola y Gabriel Rodríguez lo visitasen para reiterarle si mantenía su compromiso, expresión que evidentemente indica que se le tenía aún por aperturista, pero quizá porque la coyuntura política del paso de Narváez a O'Donnell no estaba clara.
Mon, como señaló la publicación de la Asociación para la Defensa de los Aranceles de Aduanas, Noticia de su origen y planteamiento. Acta de la sesión inaugural y juicio formulado por la prensa (1859): "mostró una abstención absoluta que privó a los Sres. Figuerola, Colmeiro y Rodríguez hasta de conferenciar con el Sr. Mon y de recibir contestación a varias comunicaciones".
En este artículo, en la nota 22 de la pág. 52, se destaca la vinculación subyacente de los ingenieros con los denominados librecambistas, como he expuesto en otra ocasión, quizá porque en su preparación eran capaces de entender las explicaciones derivadas de las tesis iniciales de David Ricardo. Se señala que la Revista Peninsular de Caminos de Hierro hablaba en su número de febrero de 1858 de la abierta irritación de muchos librecambistas por los dos años perdidos a causa de "las demasiadas e inmerecidas consideraciones" que se habían dispensado a Mon, a cambio de las cuales no había ofrecido ni "una sola contestación de cortesía".
El camino conservador-proteccionista que establecería a finales del siglo XIX Cánovas del Castillo, ¿había sido intuido por Mon? Por eso el 24 de febrero de 1859 la Sociedad de Economía Política acordó no pensar más en una posible presidencia de Mon, y nombró una Comisión Gestora presidida por Luis María Pastor. La Asociación para la Defensa de los Aranceles de Aduanas comenzaba a actuar en una lucha que concluiría con la caída de Isabel II.
Por eso, aparte de lo incluido sobre el papel inicial de Mon y su retroceso, mucho interesa, pero en una línea que destaca el profesor Serrano, y que no se abandona por los librecambistas -o sea, la vinculación con la que podríamos denominar postura más conservadora y que hasta esta aportación de Serrano no quedaba esto claro, y por eso debe subrayarse en honor a él.
En las págs. 53-56 se lee: "En la junta de la Asociación para la Defensa de los Aranceles de Aduanas estaban representadas las principales tendencias del momento, pues, aunque los demócratas eran los más numerosos, había también progresistas, miembros de la Unión Liberal y algunos moderados. No se trataba de políticos cualesquiera. Había tres exministros y dos presidentes del consejo (Cánovas y Sagasta).
El grupo promotor tuvo interés en que no se identificara a la Asociación con ninguna opción política en particular, recordarán Sanromán y Echegaray en sus respectivas memorias.
"Dado el perfil mayoritario conservador, el riesgo estaba, sobre todo, en la postura de los partidos avanzados. De ahí las atenciones que se dispensaban a los moderados, en torno al nombramiento del presidente", según reconoció explícitamente el propio Luis María Pastor. Y Sanromán señala que incluso se pensaba en nombrar presidente de la Asociación a Salustiano de Olozaga, un claro moderado.
Como en 1868 se abandonó radicalmente esa orientación hacia el pensamiento político conservador, el camino de librecambio comenzó a marchar hacia su liquidación. El final de esta realidad se resume muy bien en el planteamiento del general Serrano que se transcribe en la nota 113 de la pág. 63 de Gaceta de los Caminos de Hierro del 26 de junio de 1870, en plena Revolución Gloriosa: "¿Ha triunfado el libre-cambio? ¿Ha terminado la misión gloriosa y regeneradora de la Asociación para la reforma arancelaria? No ha triunfado, y por consecuencia, ahora más que nunca es preciso que la Asociación se reúna, que comience una nueva campaña".
Faltaba un siglo para tal reanimación, también desde ámbitos moderados o conservadores y su examen en el siglo XXI ahora corresponde, una y otra vez, como pasaba en aquellos tiempos, a elEconomista.