
Suele establecerse que los primeros 100 días desde el comienzo de un nuevo proyecto, medida o etapa es un buen baremo para comenzar a evaluar sus efectos y, en su caso, introducir medidas correctoras. Un lapso de tiempo prudencial y suficiente para que los cambios aplicados comiencen a dar sus primeros frutos y para que puedan ser confrontados con las expectativas generadas.
En el caso de un proceso de transformación digital en una organización la norma también aplica, si bien es necesario puntualizar que los diferentes y complejos procesos que una revolución de estas características implica no se producen en paralelo ni necesitan el mismo periodo de maduración. Así, los arranques de la implantación del Internet de las Cosas, por citar un aspecto concreto de los muchos afectados, no llevará la misma velocidad ni seguirá el mismo calendario que el apartado de clientes o que el de formación de la plantilla en competencias digitales.
Sin embargo, dando por bueno el valor simbólico de esos primeros cien días, y dejando claro que hay que mantener una actitud vigilante a lo largo de todo el proceso, sí podemos establecer algunos hitos que pueden ayudarnos a saber si estamos yendo por el buen camino o si, por el contrario, debemos replantearnos nuestra estrategia.
Recomendaciones
La primera recomendación pasa precisamente por pararse a medir el camino andado. Se impone realizar una evaluación de los objetivos que se hayan marcado y un escáner de oportunidades que nos permita dilucidar cuáles hemos sabido aprovechar, cuales no y qué nuevas oportunidades se han abierto a raíz de esos aciertos y errores. Es una fase de revisión.
Transcurridos los primeros 100 es muy posible que ya tengamos nuestras plataformas montadas y los procesos más o menos acabados. Por decirlo así, se han levantado ya los cimientos de nuestra obra y es el momento de comprobar que la estructura que hemos levantado es lo bastante sólida para aguantar al futuro edificio. Es una buena ocasión para plantear diferentes business cases y las primeras pruebas de mercado con clientes. Eso sí, lo haremos todavía de un modo controlado y sin correr excesivos riesgos. No hay que olvidar 1que nos encontramos aun en una fase beta de nuestro ambicioso proyecto.
También es recomendable en este punto tomarle el pulso al nivel de compromiso de la organización. En los inicios de todo nuevo proyecto los errores están a la orden del día. Hay contratiempos, desencuentros y la moral de la tropa puede resentirse. Conviene contar con planes de recuperación de las personas durante ese periodo crítico en el que la incertidumbre es el compañero inseparable del proceso de cambio. Mantener una vigilancia activa del compromiso del equipo es esencial. Ante todo, paciencia. Roma no se levantó un día.
De igual modo, puede ser un lapso de tiempo adecuado para comenzar a implementar los planes de escalabilidad que hayan sido previstos en las fases anteriores. Si se han realizado pruebas piloto en una determinada área de la compañía o en un mercado concreto con idea de utilizar esos aprendizajes para extender más tarde su alcance al resto de estamentos de la organización, es el momento de comenzar a hacerlo.
Superar la barrera psicológica de los 100 días también nos debe servir como recordatorio de que contemplar la transformación digital como un simple cambio en la manera en la que nos relacionamos con nuestros colaboradores y clientes es quedarse a medias. La digitalización
supone una oportunidad para generar impacto en toda la compañía y ese es el enfoque al que debemos aspirar. Para saber si vamos en la dirección correcta debemos comprobar si la digitalización está teniendo un desarrollo 360º, si se está diseminando a lo largo y ancho de la organización y en todas las direcciones posibles.
Competencias digitales
En el plano humano, esos tres meses largos son tiempo suficiente para que las personas de la compañía hayan mejorado sus competencias digitales, básicas para el éxito del proyecto. Dependiendo del tipo de proceso, nos encontraremos con planes de formación ya avanzados o todavía incipientes. Ambos deben ser evaluados y, en caso de no estar dando los frutos deseados, impulsados.
Aunque seguramente el aspecto más importante a tener en cuenta es testar cómo la digitalización está afectando ya a la toma de decisiones de la compañía. Ese será, sin duda, el principal indicador de la marcha del proceso.