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Trump, una cadena de fracasos

  • Su presidencia se reduce a una sucesión de exabruptos y equivocaciones
Foto: Reuters.

El balance del tiempo que Donald Trump lleva en la Casa Blanca es muy pobre. En estas dos últimas semanas los problemas se han acumulado. Citaremos solo algunos. Actuó con lentitud en la crisis provocada por el huracán María en Puerto Rico. A ello se añadieron torpes críticas a las autoridades del Estado asociado. La escalada de la retórica bélica con Corea del Norte. La expulsión de diplomáticos cubanos. Su dura disputa con los jugadores de la liga de fútbol americano, que protestan por temas raciales. La denuncia del uso de correos privados por parte de seis de sus consejeros. Y la derrota de su candidato favorito en las primarias en Alabama por un puesto en el Senado federal.

Ha habido un nuevo fracaso en la derogación del Obamacare. Rechazar y reemplazar la reforma de salud del expresidente Barack Obama había sido hasta ahora uno de los focos de su política doméstica. Pero los republicanos en el Congreso no han podido asegurar los votos suficientes para su derogación. No son solo los demócratas los que se oponen en conjunto a la reforma del Obamacare. También lo hacen algunos senadores republicanos.

Así pues, se concentran en la reforma impositiva, otra de las máximas prioridades legislativas de Trump. A la vista del negativo panorama de su presidencia esta propuesta pasa a ser vista como una suerte de salvavidas. Tanto para el mandatario como para el partido Republicano.

Trump ha presentado un plan que supondría la mayor reforma fiscal del país desde 1980. Ambiciona disminuir de forma dramática la carga impositiva a las empresas. Sostiene que es un cambio revolucionario y que los mayores ganadores serán los trabajadores de clase media, porque "los empleos volverán al país, las compañías empezarán a competir por los trabajadores norteamericanos, y los salarios seguirán creciendo".

Se busca "simplificar y hacer más justo" el código fiscal estadounidense. El plan, divulgado por la Casa Blanca y líderes republicanos del Congreso, reduciría las categorías de pago de impuestos de la renta individual de las siete actuales a tres: 12%, 25% y 35%. Una medida que beneficiaría en especial a los ricos. Las nuevas cifras suponen reducir el tipo máximo, en la actualidad del 39 y elevar el mínimo, del 10 por cien. La propuesta eliminaría también el impuesto de sucesiones. El argumento de Trump es que la reforma tributaria devolverá inversiones y empleos generando un crecimiento económico que compensará la disminución de ingresos fiscales. Pero según una estimación preliminar de la organización no partidista Comité para un Presupuesto Federal Responsable, la propuesta republicana costaría a EEUU alrededor de 2,2 billones de dólares durante una década.

El objetivo era aprobar la reforma antes de fin de año mas el desafío político es demasiado grande. Los demócratas se oponen. No tardaron en producirse las críticas del líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, quien denunció que el plan republicano supondría un "alivio fiscal para los más ricos". Criticó asimismo el plan por elevar la tasa básica del 10 al 12%. Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, afirmó: "Esto no es una reforma fiscal. Es un regalo a los pudientes pagado por la clase media". Y el senador y Bernie Sanders calificó de "moralmente repugnantes" las propuestas. Los demócratas han puesto una barrera: no admitirán ninguna rebaja para los impuestos que pagan los hogares de los mas ricos.

La oposición demócrata, es verdad, no controla ninguna de las Cámaras del Congreso. Pero aunque los republicanos tienen mayoría absoluta en el Senado, los demócratas disponen de una minoría suficiente como para frenar algunas de las propuestas republicanas. Y en la Cámara de Representantes se suele requerir una mayoría cualificada de tres quintos lo cual supone obtener votos de la oposición demócrata lo que no será fácil.

Esta misma semana hay que sumar otra desafortunada iniciativa. Ha desmentido informaciones sobre su presunta mala relación con el secretario de Estado, Rex Tillerson, quien según Trump "jamás amenazó con renunciar". En ese sentido, ha sugerido a la Comisión de Inteligencia del Senado que se dedique sobre todo a investigar a la prensa, que difunde, dijo, "informaciones falsas". La comisión intenta determinar el nivel de injerencia de Rusia en las pasadas elecciones e identificar a eventuales enlaces locales de Moscú, potencialmente en el equipo de campaña de Trump.

El magnate -ineficaz y polémico- va de mal en peor. Su presidencia se resume en una sucesión de exabruptos y equivocaciones.

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