
Independencia o revolución? Esta es la pregunta que subyace tras el conflicto catalán. Todo hace pensar que la extrema izquierda utiliza el procés como una pértiga para conseguir sus fines. Para ello, trata de reavivar el rescoldo anarquista que siempre ha existido en Cataluña. En el fondo, la Candidatura de Unidad Popular (CUP) es la heredera de la FAI. Ellos nunca han ocultado sus objetivos: convertirse en un caballo de Troya destinado a cambiar el sistema desde dentro.
Los catalanes siempre han sido más de izquierdas que independentistas y eso es lo que se va a poner de manifiesto tras el 1-O. Muy probablemente, tras el fallido referéndum, se convocarán elecciones de las que saldrá un Gobierno formado por ERC, Podemos-En Comú Podem- y la CUP, donde el seny (la sensatez) será suplantado por la rauxa (el arrebato).
La historia se repite si no se hace nada por evitarlo. Poco se puede esperar de una sociedad ensimismada, incapaz de reaccionar cuando ve pisotear sus instituciones y despreciar a las minorías. No parecen haber entendido que mucho más importante que ser catalán o español es ser demócrata y respetar a los demás, como ha denunciado una persona tan poco sospechosa como Joan Coscubiela.
Pero para lograr ese asalto al poder que prepara la izquierda radical en Cataluña es necesario que se produzca un "choque" que encienda aún más los ánimos. El Gobierno central piensa que desde hace meses le provocan buscando que haya algún muerto.
Algún dirigente de la CUP ya lo ha dicho: "Se necesita sangre para conseguir la independencia". Como en la película de Woody Allen Match point (2005), traducida en algunos países como La provocación, nos encontramos en unas semanas decisivas para el futuro de España y de Cataluña.
En esta circunstancia es una suerte tener a un presidente como Mariano Rajoy que no pierde los nervios con facilidad. Un hombre tranquilo, a quien se le ha acusado de trancredismo, de no moverse, de dejar pasar el tiempo. Pero mejor eso que un presidente como Carles Puigdemont, visceral, ignorante y fanático, dispuesto a imponer sus criterios cueste lo que cueste. De nuevo el seny frente la rauxa.