
Negociaremos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y veremos cómo avanza, pero creo que estamos haciendo progresos positivos", declaró Donald Trump durante la reunión con su homólogo Enrique Peña Nieto, en la Cumbre del G-20 (Hamburgo, junio 2017), quien señaló que este encuentro ayudaría a mantener un diálogo "muy fuerte" entre los dos países.
Un punto altamente controvertido, como es la construcción del muro que reivindica sin concesiones Trump y que México lo considera una línea roja, no fue objeto de debate en la reunión, ya que para México constituye un asunto interno de Estados Unidos, aunque lo consideren un gesto "inamistoso".
Para el canciller mexicano, Luis Videgaray, la negociación, cuya primera ronda se desarrolla esta semana, debería ser "relativamente rápida" de forma que se alcancen acuerdos, al menos en términos generales antes de finales del presente año. Una coincidencia interesante en las negociaciones, además de que ambos mandatarios y sus equipos negociadores estén en plena sintonía para que se revise, ya que cuenta con más de dos décadas de antigüedad, es la de abrir espacios para nuevos instrumentos facilitadores de promover el trabajo temporal de inmigrantes en el sector agrícola estadounidense y para abordar de manera responsable, integral y compartida el crimen organizado a ambos lados de la frontera.
Sobre este particular, Trump llegó a arremeter contra México asegurando que después de Siria es el segundo país más violento del mundo. Las autoridades mexicanas lo niegan categóricamente e insisten en que el origen de la violencia está en la demanda de droga en el mercado estadounidense, a la que Trump no se refiere.
No obstante ambas partes eran conscientes de que en las primeras reuniones de los presidentes no cabía esperar "grandes acuerdos ni demasiada sintonía", pues sus países mantienen diferencias en temas importantes. Sin embargo, se viene advirtiendo y esta reunión así lo confirmó, que ya quedan lejanos los exabruptos dedicados por el presidente estadounidense a su vecino del sur a costa del tratado.
Al respecto y sobre cómo se asumen las discusiones en la renegociación del tratado, estamos de acuerdo en que estas se justifican por las estructuras nacionales de ambos países desde una perspectiva de Economía Política Internacional, debido a que las decisiones para formar un acuerdo de integración descansan parcialmente sobre el poder político de diversos segmentos de la sociedad, el interés de los líderes nacionales y la fortaleza de las instituciones.
Estas estructuras son la base de cualquier proceso de integración porque están en constante interrelación con él, mediante la acción de los líderes políticos, los grupos de presión (empresarios y sociedad civil) y las instituciones. De manera que las élites políticas y económicas de los países y las circunstancias en la que éstos se han visto involucrados impulsan los procesos regionales.
Es el caso de líderes políticos como Robert Schuman, Jean Monet y Konrad Adenauer, quienes fueron los principales artífices del proceso de integración económica europea debido a la necesidad de eliminar la persistente violencia entre los países durante el período previo a la Segunda Guerra Mundial, y también para reconstruir la economía europea finalizada la contienda, contando además con la poderosa razón de hacer frente a una potencial invasión de la entonces Unión Soviética.
Aún hoy, aunque la amenaza soviética ha desaparecido, parece existir un fuerte consenso entre los líderes de los países miembros de la actual Unión Europea respecto a que la función de la UE es la preservación de la paz y la seguridad entre ellos.
Análogamente, no puede entenderse el TLCAN, sin tener en cuenta el papel de los líderes políticos que consideraron negociarlo con el fin de alcanzar una serie de objetivos políticos y económicos. Para México, era necesario superar el agotamiento del modelo de industrialización basado en la sustitución de importaciones que con la crisis de la deuda externa en la década de 1980 le llevó a buscar un nuevo modelo de crecimiento económico, basado en la promoción de exportaciones.
Esto se cumplió ampliamente con el TLCAN, aunque arroja dudas en otros apartados que se vieron perjudicados, pero lo cierto es que dio lugar a un proceso de comercio e inversión tan exitoso, que ha superado muchas de las expectativas y de las predicciones de los negociadores. Para ponerlo a punto con los dinámicos desarrollos de los países y en consecuencia, con el nuevo entorno económico mundial moldeado por la crisis financiera internacional desde finales de 2008, se hace necesaria una nueva "renego- ciación" entre los tres países para "modernizarlo", dado que han pasado 23 años desde su puesta en marcha, siendo indudable, que se ha quedado desfasado y obsoleto en muchos aspectos.
Por ejemplo en México no se había liberalizado el sector de las telecomunicaciones ni el energético, sectores intocables, en especial el energético, para lo que fue necesario cambiar la Constitución. Y qué decir de Internet, el comercio electrónico y la economía digital en todas sus variantes y desarrollos. De esta manera, con la introducción de estos nuevos puntos, se potenciará la competitividad y el crecimiento, que se ha perdido frente a otras regiones, especialmente Asia y en particular con China. Así que, una renovada y larga vida al TLCAN.