Firmas

A la espera del acuerdo Mercosur - UE

  • Demostraría la importancia que tiene América Latina para Europa
Foto: Getty.

En abril de 2000 Mercosur y la UE comenzaron a negociar un Acuerdo de Asociación, un Acuerdo que aún no se ha podido firmar. Pese a las dificultades que jalonaron el proceso, parece que hoy estamos en una fase diferente y, por primera vez en tiempos, con ambas partes interesadas en demostrar su interés en cerrar el tratado. Y si bien la llegada de Trump pudo acelerar el diálogo, dados sus ataques a la UE, a México y al libre comercio, lo que ocurre hoy es también producto de los cambios vividos en los últimos años a ambas orillas del Atlántico.

No se trata solo de cambios políticos, como el triunfo del Brexit o la emergencia de populismos xenófobos en la UE o la derrota del kirchnerismo a manos de Mauricio Macri y la pérdida de pujanza del proyecto bolivariano en América Latina, sino de la constatación por relevantes actores económicos y sociales del Mercosur de lo que significaba el mantenimiento a ultranza de políticas proteccionistas. Ya antes de terminar su primer mandato, Dilma Rousseff se había convencido de la necesidad de relanzar las negociaciones con Europa, inclusive dejando al margen a Argentina, empresa a la que se habían sumado Paraguay y Uruguay.

El surgimiento de la Alianza del Pacífico, más allá de las críticas iniciales, comenzó a verse por el Mercosur con preocupación y fuente de conflictividad futura. Por eso, Michelle Bachelet propuso la convergencia de los bloques. Si se compara la apertura internacional de uno y otro proyecto de integración la diferencia entre ambos es abismal. Mientras los integrantes de la Alianza (Chile. Colombia, México y Perú) tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea y otros muchos países del mundo, los cuatro del Mercosur se caracterizan por su cerrazón, al punto que solo han firmado acuerdos con Egipto, Israel y la Autoridad Palestina.

En las actuales circunstancias, tras los cambios de gobierno en Argentina y Brasil, el Brexit y la salida de EEUU del TPP (el TransPacific Partnership), la firma del Acuerdo entre Mercosur y la UE no solo es más necesaria que nunca, sino también beneficiosa para ambas partes. Una pregunta importante en este momento es porqué la UE no concluyó hasta ahora un acuerdo con Mercosur, pese a haber firmado Tratados de todo tipo con los países más diversos, incluyendo Japón y Canadá, e incluso con conjuntos de países, como los de América Central.

Detrás de esta cuestión no hay lugar para teorías conspirativas, sino para resaltar los grandes intereses que afectan a todos los protagonistas. Lo primero, la complejidad de los temas incluidos en el acuerdo comercial, comenzando por los agrícolas y ganaderos. Entre los principales rubros exportadores del Mercosur hay productos como los lácteos, la carne o las frutas que compiten directamente con la producción de diversos países europeos. Algo similar se puede decir en sentido inverso con un número importante de manufacturas hasta ahora protegidas. Hay, por tanto, una gran similitud de estructuras productivas que dificulta el acuerdo.

En segundo lugar, y más allá de las muchas responsabilidades de las partes, el proteccionismo de Argentina y Brasil bloqueó en repetidas oportunidades avances sustantivos en la negociación, especialmente después de 2010. Sin embargo, las dificultades se han centrado fundamentalmente en el comercio, ya que las patas de cooperación y diálogo político, los otros elementos básicos del Tratado de Asociación en negociación, no han impedido alcanzar un acuerdo definitivo.

Hoy las cosas han cambiado, aunque sin despejar todas las incertidumbres. Tanto en Bruselas como en Mercosur, como quedó de manifiesto en la Cumbre de Mendoza, de la semana pasada, reina el convencimiento de que antes de fin de año se podrá firmar la parte más política del Acuerdo. Pero, como quedó claro a lo largo de todos estos años, el casi único escollo está en el acuerdo comercial. En este punto, las ofertas actuales distan de acercarse al mínimo ideal, pero habrá que ver las propuestas que unos y otros harán en octubre próximo en la ronda negociadora a celebrar en Brasil.

Está claro que hay voluntad política de las partes para seguir avanzando, aunque en este tipo de Acuerdos cuentan, y mucho, los detalles. Y todavía hay demasiados flecos pendientes. El calendario tampoco ayuda, ya que en mayo de 2019 habrá elecciones europeas. Si la Comisión quiere que el Parlamento Europeo apruebe el Tratado, debe remitirlo antes de finales de 2018. La UE debe demostrar que América Latina le importa y mucho, y un acuerdo de esta naturaleza así lo ratificaría. Pero el Mercosur también debe enviar potentes señales de que su vocación de apertura es seria y en este caso un acuerdo como éste también constataría esta voluntad. El acuerdo beneficiaría a ambas partes. De ahí la necesidad de cerrarlo cuanto antes.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky