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¿Cómo puede frenar Mario Draghi el alza del euro?

En la imagen, Mario Draghi.

Los populistas estaban a punto de asaltar las ciudadelas del poder en Roma y París. Los países se astillarían del euro. Grecia volvería a entrar en crisis, los atentados terroristas conmocionarían el continente y la salida del Reino Unido condenaría a la Unión Europea. A principios de año, el consenso sobre el euro y la economía europea era funesto y no faltaban los analistas que predecían su paridad inminente con el dólar.

No ha sucedido exactamente así. Todo lo contrario, Europa parece más unida políticamente que en la última década y la economía está presenciando un remonte cíclico que, si hay suerte, podría convertirse en una recuperación duradera. De hecho, el problema a día de hoy es que el euro es demasiado fuerte, no demasiado débil.

Pero un momento: el repentino idilio de los inversores con el euro supone un problema y deben reaccionar deprisa: no están contando con el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. De hecho, un euro fortalecido es precisamente lo último que necesita mientras prende las frágiles llamas de la recuperación económica. ¿Podrá reducirlo de nuevo? Desde luego que sí. Y sería una estupidez que los agentes trataran de luchar contra él.

Durante el último mes, el euro ha empezado a acelerar en los mercados de divisas. A principios de año, había bajado a 1,04 dólares y con las complicadas elecciones en Francia y Holanda, no costaba imaginárselo llegando a la paridad o incluso por debajo. ¿Y ahora? En los últimos meses, ha aumentado progresivamente a 1,16 dólares y sigue subiendo. Solo en los tres últimos meses, ha crecido más del 6%.

En los mercados, las apuestas al alza de la moneda han llegado a su punto más alto en más de un año, según un análisis de Rabobank. Un índice de 1,20 dólares parece un objetivo fácil e incluso podría alcanzarse 1,30 dólares. No tiene visos de llegar al 1,59 que alcanzó allá por 2008, aunque no hay ningún motivo por el que no deba seguir subiendo.

No es difícil de entender por qué el euro ha vuelto a ser fuerte otra vez. Y es que con la victoria del presidente Macron en Francia, el continente parece mucho más estable. No solo tiene un mandato inmenso sino que, si es capaz de conseguir reformas sobre el funcionamiento de la moneda, podrá asumir el riesgo de que una ruptura astille la mesa. La flexibilización cuantitativa de 2,2 billones de euros del BCE ha empezado finalmente a traducirse en cifras más altas de crecimiento.

Solo esta semana, el FMI mejoró sus previsiones para 2017 en la mayor parte de las grandes economías de la zona: Alemania un 0,1%, Francia un 0,2% y España e Italia un 0,5%. Sin duda, con una expansión prevista del 3,1% este año, España será una de las grandes economías con más crecimiento del mundo. Mientras tanto, la presidencia de Donald Trump parece cada vez más caótica y el dólar pierde el atractivo que tuvo. El euro es un hogar mucho mejor que casi todas las grandes alternativas para el dinero sobrante.

El problema es que una moneda más fuerte es lo último que Europa necesita ahora mismo. Las exportaciones son la base de casi todas las grandes economías europeas y a medida que la moneda se fortalece, aumentarán indefectiblemente. En la Europa periférica, donde las exportaciones se basan en el precio más que en cualquier otra cosa y donde la recuperación es más necesaria, el golpe será especialmente duro.

Las Bolsas de todo el continente ya han empezado a sufrir a medida que los inversores se dan cuenta de que la moneda dañará los beneficios de las empresas y en consecuencia el empleo. La recuperación necesita echar raíces para reparar los daños de la última década pero un euro fuerte lo impedirá.

¿Cómo invertir la situación?

¿Qué podría hacer Draghi para invertirlo? Es verdad que gestionar los mercados de divisas es una tarea imposible pero eso no significa que sea totalmente impotente a la hora de influir en la dirección de la moneda.

Primero, podría ampliar la flexibilización cuantitativa. Con la economía en recuperación y la amenaza de deflación pura y dura desvanecida por el momento, se está especulando que el BCE empezará a rebajar su programa de imprimir dinero nuevo. De hecho, es una de las razones por las que el euro ha subido. Hasta ahora, el propio Draghi ha sido bastante neutral sobre el asunto y ha dado pocas pistas en un sentido o en otro, aunque una declaración enérgica que ampliase la escala y duración de la flexibilización cuantitativa permitiría a las mesas de contratación revertir todas las apuestas al alza del euro.

Segundo, cambiar la mezcla de activos. Si ha habido tanta especulación sobre la retirada de la flexibilización cuantitativa es, entre otras cosas, porque el BCE podría quedarse pronto sin los bonos del Estado que está autorizado a tener. Pues que compre otra cosa. Una apuesta decidida por la compra de títulos directamente o incluso un experimento con algún tipo de helicóptero del dinero podrían tener muchos efectos sobre la forma en que los mercados ven la eurozona y enviaría la moneda en avalancha hacia abajo.

Tercero, proponer a un próximo presidente blando. El mandato de Draghi no termina hasta 2019 pero ya ha empezado la lucha para sucederle. Se supone que será un alemán. Después de todo, les toca y eso implica a alguien duro del Bundesbank. Si se dejara claro que será alguien blando de la Europa periférica (el irlandés Philip Lane es un candidato posible) enviaría una señal poderosa de que el Banco no va a cambiar de rumbo.

En seis años de presidencia, Draghi ha demostrado ser un operario inteligente. Cuando se escriban los libros de historia, podría perfectamente pasar por el hombre que salvo el euro y con él el proyecto europeo. Pero seguro que sabe que un euro más fuerte es precisamente lo que podría impedir que dure la recuperación, sobre todo en la Europa meridional y periférica, donde más hace falta. En algún momento, decidirá controlar la moneda y más vale estar en el lado de esa operación cuando ocurra.

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