
Ante la mejora de la situación macroeconómica y la disminución del riesgo político, crece el optimismo en torno a las perspectivas para Europa. Consideramos que es posible que la recuperación de la rentabilidad y los flujos de efectivo lleve a los inversores a centrarse en las atractivas previsiones para los ingresos por dividendo y la rentabilidad para los accionistas.
Los dividendos de las empresas paneuropeas son atractivos, tanto en términos absolutos como relativos. La rentabilidad por dividendo en 2017 de la renta variable estadounidense asciende al 2%. Por su parte, la renta variable de la zona euro y el Reino Unido ofrece una rentabilidad del 3% y del 4,1%, respectivamente. La renta variable europea tradicionalmente ha ofrecido una rentabilidad por dividendo más elevada que su homóloga estadounidense, en parte porque los inversores prefieren los ingresos por dividendo a las recompras de acciones. Sin embargo, tras la crisis financiera (cuando Europa sufrió una recesión más prolongada y más profunda), el diferencial de rentabilidad entre las regiones también ponía de manifiesto los temores de los inversores a que las menores perspectivas económicas conllevaran rebajas en los dividendos.
Desde comienzos de año, la situación económica europea ha mejorado de forma sostenida. El PIB de la zona euro avanzó un 0,6% (en términos intertrimestrales) en el primer trimestre de 2017 tras crecer un 0,5% en el último trimestre de 2016. La confianza empresarial sigue señalando que la solidez del dinamismo proseguirá hasta junio a medida que se generalice la recuperación. En su última reunión, el Banco Central Europeo (BCE) revisó al alza sus previsiones para el PIB de la zona euro: 1,9%, para 2017; 1,8%, para 2018; y 1,7%, para 2019. Ante este fortalecimiento de la situación económica y la caída del desempleo decae el apoyo a partidos populistas.
Desde un punto de vista de inversión, la mejora económica y el descenso de la popularidad de los partidos escépticos con el sistema establecido mejoran la certidumbre en cuanto a los beneficios empresariales y los flujos de efectivo. En Europa, por tanto, el pago de dividendos -en términos absolutos- y el potencial de que estos crezcan se muestran incluso más atractivos.
Al valorar las perspectivas sobre ingresos por dividendo y rentabilidad para los accionistas, resulta asimismo pertinente analizar la solidez actual de los balances de las empresas. La crisis financiera conllevó un enfoque muy conservador en torno al apalancamiento en Europa; los ejecutivos de las empresas se centraron en amortizar deuda. Así pues, los parámetros de apalancamiento se encuentran en niveles conservadores con respecto a los registros históricos y numerosas empresas europeas presentan niveles de deuda bajos o saldos netos en efectivo. Por su parte, las empresas estadounidenses han aprovechado los bajísimos tipos de interés y los niveles de endeudamiento han aumentado desde 2010. Los niveles de apalancamiento cautos en Europa seguirán incrementando la confianza de los inversores en los actuales pagos de dividendos. Cabe destacar que dicha situación también ofrece la oportunidad a las empresas de mostrarse más proactivas con sus balances. Percibimos la posibilidad de que aumenten las ratios de pago de dividendos y la rentabilidad para los accionistas con motivo del reapalancamiento.
El reapalancamiento, con el que las empresas asumen más deuda, podría suponer una gran oportunidad si se utiliza con sensatez. Los tipos de interés aún no han comenzado a subir en Europa, si bien con su revisión al alza este mes de las previsiones de crecimiento, el BCE podría haber dejado caer el inicio de la retirada de sus estímulos para este mismo año. En su caso, los inversores podrían recompensar a aquellas empresas que aprovechen este periodo en el que la perspectiva económica ha virado pero la financiación sigue siendo asequible. El capital liberado podría destinarse a activos fijos de crecimiento o a fusiones y adquisiciones; a falta de rendimientos atractivos en tales inversiones cabría esperar que aumente la rentabilidad para los accionistas (dividendos extraordinarios o recompras de acciones).
Los inversores pueden acceder a la rentabilidad del mercado invirtiendo en fondos cotizados (ETF). Sin embargo, consideramos que los fondos centrados en la selección de valores y las estrategias de renta variable para la obtención de ingresos con gestión activa pueden alcanzar niveles de rentabilidad superiores a los índices de renta variable y el rendimiento de la renta fija.
En la división de banca privada de J.P. Morgan, buscamos empresas con excedente de efectivo en sus balances, que habitualmente les permite incrementar los dividendos ordinarios o abonar dividendos extraordinarios. En este punto del ciclo, también nos centramos en sectores y empresas con niveles de apalancamiento bajos con respecto a sus propios registros históricos y perspectivas positivas para sus ingresos, es decir, con margen para incrementar su apalancamiento con sensatez. En nuestra opinión, los sectores de seguros, banca, constructoras de viviendas, minería y consumo básico ofrecen rentabilidades por dividendo atractivas o balances con opcionalidad.