
Creíble: Que puede o merece ser creído. Creer: 2. Tener a alguien por veraz; 8. Tener confianza en alguien o algo. Tales acepciones del Diccionario de la RAE sugieren mi reflexión y, de veras, muy a mi pesar porque el PSOE ha sido parte fundamental del actual periodo en paz y libertad, un tanto extraño en nuestra historia, iniciado en la hoy denostada Transición española que, en su momento, fue modelo y ejemplo internacional.
Y digo el PSOE, aunque cite expresamente a su secretario general, porque las instituciones son, además de reglas propias en cada caso, lo que sus líderes o gestores interpretan y hacen de ellas, de tal manera que la propia historia del partido, su faz, no es la misma antes de 1974 (Suresnes), después, en 1982 o 1997, en 2000 o 2012, por no hablar de las varias líneas o criterios formulados y aplicados entre 2014 y hoy. Por cierto, en esta última etapa, entre 2014 y 2016 y a partir del pasado junio de 2017, es decir durante el periodo del actual secretario general, las líneas, criterios, actitudes y posiciones han sido muchas y muy cambiantes, incluso a pesar de ser la misma persona en el liderazgo del partido.
Cualquiera puede discrepar o coincidir en el "no es no", que significa un rechazo frontal al acuerdo o pacto de ciertas medidas, políticas o posiciones generales, también en economía, con el PP, considerado como la representación -única (?)- de la corrupción, al que debe aplicarse un "cordón sanitario", por cierto, nada democrático. Incluso uno puede rechazar los posicionamientos o estrategia de un partido como Podemos, que expresamente quiere cargarse el actual sistema de convivencia y establecer un régimen despótico o arbitrario, bajo la sempiterna máscara de la "voluntad", antes denominada dictadura, "popular" (antes del proletariado), que nadie hoy puede afirmar que no sabe lo que significa. Por cierto, ¡cuánta inspiración de la novela 1984 o de Alicia en el País de las Maravillas, donde "las palabras significan lo que yo quiero que signifiquen", Humpty Dumpty dixit! En todo caso, ambas posiciones, distintas, mantenidas ideológicamente y ejecutadas como tal, son congruentes y creíbles. No así el nuevo-viejo PSOE de Pedro Sánchez.
No digo yo que Sánchez no tenga liderazgo, entre sus seguidores; ni que sus discursos, estrategias, dialéctica, enredos y sofismas, cosas a las que todos los partidos políticos recurren, por cierto, no atraigan voluntades y votos, que incluso puedan llegar a ser mayoritarios. Nada nuevo, tampoco, que no haya quedado registrado en la historia, incluso la más reciente (último siglo). Las mayorías, y menos aún si fuese a la búlgara, no acreditan la credibilidad de nadie; le pasa hasta al presidente de Gobierno, Rajoy. Tampoco acreditan la verdad, que nada tiene que ver con la posverdad.
Pero cuando un líder dice, en menos de 24 horas, "sí", "no" y "abstención" sobre una misma decisión, estando en juego un acuerdo transnacional que afecta a toda la UE, y acumulando el bagaje de todo lo acontecido desde que llegó por primera vez a la dirección de su partido en julio de 2014, y dando por todo argumento que el CETA dispone un exceso de protección a los inversores extranjeros o que favorece a los capitales a costa de los derechos ambientales, sociales y laborales, cantinelas de la posverdad, resulta poco o nada creíble. Los absolutismos nunca lo fueron menos porque fuesen bienintencionados o ilustrados (en algún caso pretendidamente).
Más coherente habría sido decir que él, que el nuevo-viejo PSOE, está en contra del mercado, de los acuerdos e intercambios, de la globalización, del progreso en definitiva, si es que verdaderamente lo están, cosa de la que no estoy seguro, y ser congruente en sus propuestas y actos con esa nueva posición ideológica. Si quieren seguir el juego de otros, que lo expresen abiertamente y actúen en consecuencia. Pero no. Sánchez argumenta, justifica y decide una cosa y su contraria por igual, casi al mismo tiempo, y utiliza ambas según considera que es provechoso o útil para él y su objetivo.
No hay ideología en sus propuestas, posiciones o decisiones, sino mera toma de poder y sin importar cómo. Pero es que el "cómo" es la clave del estado de derecho, pues el fin nunca justifica los medios y, fundamentalmente, las leyes rigen para todos. No todo vale con tal de obtener el poder, como piensan y actúan algunos, porque en el estado de derecho las normas rigen y regulan (Law rules).
Es ese giro proteccionista, en el más amplio sentido del término, lo que hace poco creíble a Sánchez y su nuevo-viejo PSOE. Tan es así que lo que se escenificó en la conversación que mantuvo Moscovici con Sánchez fue, precisamente, su no credibilidad, hasta el punto que así se lo dijo el comisario de Asuntos Económicos de la CE. Es precisamente el no ser creíble, la arbitrariedad absoluta, lo que lo convierte en un riesgo para nuestra libertad.